lunes, 18 de marzo de 2024

No me mates, soy tú prójimo

 

No me mates, soy tú prójimo

La sociedad actual, evidencia un progreso técnico asombroso, pero lamentablemente la violencia tan manifestada y en ciertos casos validada, está normalizando la cultura de muerte en la cotidianidad; ocasionando a su vez, severas grietas a la convivencia y seguridad humana.

Lo dicho anteriormente, de manera tan drástica, no debe generar un espanto o pesimismo colectivo al respecto; porque cabe mencionar también que, en los momentos actuales, existen preocupaciones sociales serias en ese orden; y de igual manera está creciendo una sensibilidad y actitud de respeto al valor de la vida.

Esto se puede observar, por las tantas voces que condenan en diferentes partes del mundo, los atropellos y violaciones a los derechos humanos que se están cometiendo constantemente y de diversas maneras.

Pero, lamentablemente muchos de esos enunciados condenatorios son palabras huecas, meras proclamas de intenciones o son simples suspiros diplomáticos; que en palabras del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, diría que ¨los suspiros son aire y van al aire¨.

Para que no sean simples suspiros, ya que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones; es de rigor, trabajar en la humanidad de hoy, el gran reto de que se le otorgue pleno reconocimiento al respeto a la vida.

Para tales fines, urge combatir como amenaza peligrosa, todas las distintas formas de violencia y lograr reducirlas, a través de una sólida y efectiva promoción de una cultura de paz, en donde se aprenda a ser y a vivir juntos.

Ahora, por cualquier quítame esta paja se quiere matar, ya casi nadie quiere respetar a nadie y por igual, los derechos. ¿Qué le pasa a la sociedad? ¿Por qué tanta agresividad? ¿Es que el valor a la vida se devaluó?

En ese sentido, se hace necesario formar una conciencia de paz en la sociedad, que coadyuve a construir una nueva cultura democrática, solidaria, con hábitos saludables y no violentos; que llegue a comprender fundamentalmente, que el respeto a la vida es el decano de todos los respetos y que este debe empezar por uno mismo; que sea éste, un ideal profundo y de felicidad que mantenga vigencia en cada actitud, la belleza y el cuidado de la existencia misma.

Por lo tanto, “no me mates, soy tú prójimo¨, es un grito de respeto que debe ser asumido de forma individual y que impacte de manera positiva a la seguridad colectiva; es preciso que sea un eco empático que contribuya desde el comportamiento, a preservar la vida de los demás. Es evitar ser ¨mecha corta¨ ante aquellos conflictos que pueden resolverse mediante el diálogo, la tolerancia, entendimiento y el buen vivir.

Y es que “no me mates, soy tú semejante¨ es una razón racional de no ser engendros o emisarios de muerte porque me rayaste el vehículo en un siniestro vial; por pasar palabras, ante un malentendido; porque la pareja le dice que no quiere continuar con la relación; por el impulso irreverente de robar la luz roja del semáforo, sin apreciar las vidas que puedes perjudicar; por querer robar lo que no es tuyo; por disparar tiros al aire, dizque en diversión; por una codicia inhumana de obtener fortunas, aunque destruya la dignidad de la persona.

Asimismo, “no me mates soy tú hermano¨ grita nuestra casa común, la cual está sometida a una racionalidad depredadora y de sobreexplotación sin clemencia ni juicio, poniendo en peligro la vida de los seres vivos que en ella habitan incluyendo a los propios seres humanos.

En definitiva, jamás se debe atentar contra la vida humana ni ponerla en peligro. Apremia educar por la paz y para la paz que es poner en primer plano el rechazo a la violencia. El antropólogo español Francisco Jiménez Bautista, muy bien plantea que ¨hay que llevar a la práctica los valores, las actitudes y las formas de comportamiento que inspiran una cultura de paz¨.

Concluyo con esta frase de Mahatma Gandhi: ¨Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. ¨Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino¨.

 

ANGEL GOMERA

martes, 5 de marzo de 2024

Clubes deportivos y culturales, estrategia efectiva por una cultura de paz

 

Clubes deportivos y culturales, estrategia efectiva por una cultura de paz

No podemos obviar que el tema de la violencia, la criminalidad, la delincuencia, la inseguridad ciudadana; así como, las acciones de atención estatal a estos flagelos o las políticas públicas de prevención que se están implementando; generan gran interés en la ciudadanía y constituyen a su vez, preocupaciones significativas en la mayoría en la sociedad dominicana.

Por lo tanto, lo anterior, no debe quedarse solo en el plano de la preocupación, debe conllevar a una reflexión constante y profunda como estado, y sobre todo al apremio de emprender una acción conjunta con todos los actores sociales claves, para restaurar nuestro tejido social; prestando atención a las causas o factores que están incidiendo en el avance de su deterioro o degradación.

De lo expuesto precedentemente, una respuesta estatal efectiva que contribuye a la construcción de una cultura de paz; y que pone freno al aumento de la criminalidad y violencia, es el impulso e implementación de programas deportivos y culturales en las comunidades; evidenciándose con ello, que el deporte brinda oportunidades de cohesión, inclusión e integración social, más allá de los muros de la vulnerabilidad y la exclusión.

Si bien, es muy importante invertir en el deporte, y contar con espacios deportivos bien equipados e infraestructuras dignas para que niños y jóvenes puedan realizar alguna actividad física. Esto no basta para alcanzar la paz social anhelada, pues se requiere, además, contar con suplementos que fortalezcan más allá de la práctica deportiva, la capacidad de vivir y convivir pacíficamente como seres humanos, a pesar de los retos y complejidades.

Entonces, en referencia a lo previamente descrito, se hace necesario partiendo de una visión estatal y social, combinar la fórmula deporte y educación, a través del fomento, fortalecimiento y expansión de los clubes deportivos y culturales en las distintas comunidades del territorio nacional. Como muy bien, se refiere Nelson Mandela, al expresar que: “Si se combinan deporte y educación, se puede enseñar paz a los más jóvenes, devolverles esperanza y crear herramientas para que participen en la creación de una sociedad más justa y fraternal”.

Este planteamiento, encuentra sustento en la Constitución de la República, en su artículo 65, cuando consagra como derecho fundamental al deporte, disponiendo que: ¨Toda persona tiene derecho a la educación física, al deporte y la recreación.   Corresponde   al   Estado, en   colaboración   con   los centros de enseñanza y las organizaciones deportivas, fomentar, incentivar y apoyar la práctica y difusión de estas actividades¨.

Por consiguiente, visto lo que establece en ese orden nuestra Carta Magna, ilumina la propuesta, en el sentido de que, desde los clubes deportivos y culturales, con los debidos recursos, estímulos e incentivos correspondientes del Estado, se logra robustecer la resiliencia, la cohesión social, reducir la violencia y prevenir conductas delictivas contribuyendo así, con el bienestar social.

Asimismo, desde los clubes se pueden formar buenas personas; debido a que el deporte, al estar estrechamente relacionado con prácticas de la colectividad, ocupa una posición privilegiada para el desarrollo social y cultural en la promoción de valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad y la sana convivencia. También fomenta la convivencia pacífica, a través de la resolución de conflictos, la participación en actividades deportivas y culturales, las personas aprenden a trabajar en equipo, a respetar las reglas del juego, la legalidad y a aceptar las diferencias de los demás.

Este punto, es importante tomarlo en consideración, dado que en los actuales momentos estamos divisando ciertos fenómenos culturales peligrosos que debemos erradicar y prevenir para que no alcancen la “normalización” o ¨validación¨ en el imaginario social.

Cabe mencionar, por ejemplo: ¨la cultura de la inmediatez¨: el aquí, el ahora, lo fácil y el camino más corto o buscar atajos para llegar a un fin, ¨la cultura del engaño o la mentira¨, ¨la cultura del vicio¨, ¨la cultura de las pantallas¨, ¨la cultura de la ilegalidad¨, ¨la cultura de muerte¨: en donde el respeto a la vida languidece pasmosamente, entre otras deformidades que corroe la belleza del bien y la humanidad.

De ahí es que, los clubes deportivos y culturales, son respuestas de esperanza ante esa problemática, por la naturaleza formativa, recreativa, ética, moral y legal que suscitan o pueden promover en sí, ya que inciden en la promoción de la identidad cultural a partir de la riqueza de relaciones sociales que en su ámbito se desenvuelven.

Es indispensable como Estado despertar el rol de los clubes deportivos y culturales como herramientas poderosas en la construcción de la paz y la resolución de conflictos.

ANGEL GOMERA

Abogado

Santo Domingo de Guzmán

angelgomera@gmail.com

 

La Transfiguración

 

La Transfiguración

Mateo 17, 1-9

El ser humano libra en su interior un fuerte combate espiritual entre el bien y el mal,  alimentado en muchas ocasiones por fenómenos o luces fantasiosas del exterior, que inducen a vivir una existencia superficial y sin contenido. Si asumimos esta actitud colocamos nuestra vida al borde de un acantilado peligroso,  que nos pone en riesgo de sucumbir ante el abismo oscuro y sombrío del relativismo, en donde solo existe confusiones, llantos, desconsuelos, frustraciones, miedos y vacíos; haciéndonos perder el horizonte de la esperanza y del valor de la dignidad que Dios nos ha provisto. Es que fruto de esa rutina diaria, mecánica y sin profundidad, tendemos a ser muy flexibles y dispuestos a las tentaciones y seducciones del maligno; proceder este, que tiende a hacer pedazos todo tu metro cuadrado: familia, matrimonio, trabajo, empresa, amistades y hasta la vida misma.

De ahí pues, que este evangelio de manera impresionante y hermosa, nos revive de manera personal el momento en que Jesus nos hizo el llamado, es decir, nos escogió por nuestro nombre y apellido, para que vivamos esta espectacular y esperanzadora aventura del verdadero amor que nos lleva a la felicidad y a una vida plena; del mismo modo que lo hizo con Pedro, Santiago y Juan.

Apreciar este pasaje bíblico me hizo rememorar que Cristo, el Hermano Mayor, al igual que esos discípulos, me tomo por la mano con tierna delicadeza y me aparto del mundo, llevándome al monte más alto del cursillo de cristiandad a vivir un dichoso y afortunado fin de semana, que impacto de manera favorable en mi corazón, ya que El mostro ante mis ojos su gloria, transfigurando mi ser y dándome la oportunidad de sumergirme en el manantial de su gracia.

Tuve el privilegio de contemplar su rostro misericordioso en el Santísimo, en donde me susurro en aquel divino silencio, no tener miedo ante los tantos desafíos, sufrimientos y desiertos, ya que nunca me dejara solo y en El siempre habrá victoria. Por lo que de inmediato me alentó a levantar el vuelo con firmeza y alegría en el cielo amplio y azul de la vida con entrega, ilusión y espíritu de caridad. Claro está, sin abandonar la oración, como herramienta vital para perseverar en el camino de la fe. Amigos (as), el apartarnos, orar y escuchar nos permite conocer y amar con intensidad a Dios. 

 

Angel Gomera

#749