jueves, 20 de octubre de 2016

Aquel Dia



Todos tenemos en la vida momentos que son únicos, especiales e inmensamente llenos de tan gratos recuerdos que el rememorarlos es como volver a vivir. Por eso cuando en el año nos llega ese dia, lo celebramos y disfrutamos con tanta plenitud que regocija cada rincón del alma. En el contexto de este sentir, pongo de manifiesto lo que en mi vida aconteció un 20 de octubre:
Aquel dia hace once años, amaneció con cierto toque de esplendor; claro sin dejar de reconocer, que brisa
s ligeras de nervios abatían con cierta sutileza de ansiedad mi quietud.

Y asi como avanzaba el dia, para llegar al momento pautado y esperado, mi ser estaba siendo invadido por maripositas invisibles con una multiplicidad asombrosa de colores de alegria y felicidad. Entonces llego la hora donde el mismo Dios nos recibía en el altar con una sonrisa tan universal, acogedora y tan llena de complicidad, y lo mas hermoso fue verlo aplaudir con tanta emocion divina, porque ante su presencia estábamos dos seres que fruto de su infinito amor y misericordia habíamos decidido unir nuestras vidas para toda la vida sujeto a su bendición y designio. Fue ese 20 de octubre que Dios me otorgo el más bello de los regalos, una rosa de belleza inigualable con dulce aroma de dicha, bienaventuranza y amor: ROSALIS.

Tu has sido y serás la decisión mas acertada de mi vida; eres música que envuelve mi alma; eres la poesía de mis suspiros, eres la danza que baila mi corazón; eres la única canción mas sonada en la emisora de mi ser; eres mi complemento y mi bendición.

Feliz Aniversario de unión matrimonial!
Te amo y te amare por siempre!

Juntos hasta la ancianidad


Tu Ángel Gomera

jueves, 13 de octubre de 2016

Hacia una navidad posible



Hacia una navidad posible



Se acerca el periodo navideño, y asimismo nos envuelve el pensamiento de que el tiempo va muy rápido, podríamos pensar que fue ayer que celebramos una navidad y cuán rápida llegó otra.

Es que la vida la estamos llevando tan de prisa que a pesar de ser protagonista en este dichoso devenir de nuestra existencia, nos dejamos enredar en una rutina tan mecánica que no reparamos en detenernos a apreciar tantos y hermosos detalles que a diario se pasean con nosotros, más sin embargo no lo vivimos; por eso en muchas ocasiones nos atrevemos a decir con cierta altivez de justificación de que ¨el tiempo vuela¨. Y seguirá volando si a nuestra vida no le damos el debido contenido que posibilita la edificación de una vida más fecunda, provechosa y con aires frescos de felicidad.

La navidad no está exenta de ese toque de afán cotidiano con que queremos llevar la vida en todo el año; más bien por preparar dicha celebración nos aceleramos de tal manera que le hemos quitado el verdadero sentido que reviste esta época. No obstante lo anterior, pensamos que estas navidades tenemos la oportunidad de celebrarla con gestos y actitudes que llenen de luz los diferentes ambientes en donde interactuamos, doblegando ese apresurar las cosas que muchas veces nos conduce a un mundo de indiferencia y de aridez humana, para eso debemos disponernos y habilitarnos a compartir las siguientes expresiones de una navidad posible.

¡Un perdón que unifica y libera!
¡Un buen ejemplo que ilumina y se imita!
¡Un te quiero que cae en el corazón, cuan si fuese un rocío en la mañana!
¡Un buen deseo que se convierte en eco de esperanza!
¡Un abrazo que aprieta con felicidad!
¡Un aprender a compartir  con los que menos tienen!
¡Una vida que respeto y valoro!
¡Un testimonio con frescor de justicia y aliento de tolerancia!
¡Una copa de vino en la mesa cuyo aroma nos envuelve en una inspiración poética de paz!
¡Una sonrisa que apunta a la felicidad!
¡Un pan que se da sin esperar nada a cambio!
¡Un abrigo con textura de ternura que nos cobija de las heladas del desafecto!
¡Un árbol con luces centelleantes de alegría!
¡Un corazón convertido en el pesebre santo del amor!
¡Un nacimiento de un Niño que no se olvida y se vive! 

Preparados entonces, a recibir en nuestra casa interior el Nacimiento del Niño Jesús, para que tengamos las mejores navidades de nuestras vidas y que solamente sean superadas por las sucesivas navidades de los tantos años venideros que nos corresponde vivir.


 Angel Gomera


lunes, 3 de octubre de 2016

Es tiempo de dialogar

¡Es Tiempo de Dialogar!



El ser humano, por ser un ente social está llamado a vivir en sociedad, el relacionarse con lo demás es fundamental para la vida misma, su interacción es parte esencial para su bienestar, salud y desarrollo, ya que el aislarse constituye una afrenta a su propia existencia. De ahí es pues, que estamos llamados a convivir para vivir mejor, alimentándonos cada día con dosis de buen trato y humanidad; y sobre todo reconociendo que  somos diferentes y que nos necesitamos los unos a los otros.

El ser diferentes no significa que debemos vivir en la paranoia de un competir salvaje o un lastimarnos hasta destruirnos; más por el contrario, nos debe motivar a afrontar juntos constructivamente esos desafíos y peligros que a diarios debemos rebasar, propiciando un cambio de actitud en nosotros, que evite el asumir  comportamientos que sean una amenaza seria y corrosiva a la convivencia. Y es que el ser humano en este peregrinar terrestre, fruto del tener que convivir recíprocamente, se verá siempre expuesto a dificultades, penurias e incordios, que atará su existencia al mundo complejo de los conflictos.

Los conflictos son parte de la vida misma de la persona y hasta nos atrevemos a decir, que le dan sentido a la vida. Pero tendrá sentido, si la persona en ese relacionarse y actuar, a pesar de su resistencia y antagonismo con el otro, asume como respuesta el construir un estilo de vida que le aleje de la cultura de la violencia, tan promovida en nuestros contextos, buscando como aliada estratégica la herramienta del diálogo, lo que facilita encontrar aquellos puntos o elementos convergentes dentro del vendaval de las contradicciones y divergencias.  

Es que la violencia siempre será una respuesta equivocada e inoportuna, pero que lamentablemente en estos tiempos está siendo muy utilizada en los diferentes ambientes en donde nos desenvolvemos, sin medir las consecuencias y los estragos que está causando en el tejido social.

En nuestro país observamos con mucho pesar que en un condominio de clase media- alta, por un parqueo se pierde una vida; que por un percance en el tránsito por leve que sea, se agrede físicamente sin vacilación y sin mediar palabras a la otra persona; que en las calles nadie quiere ceder el paso, porque al parecer la prisa es más importante que el valor del respeto y la dignidad humana. También vemos con preocupación, ciertos debates en los medios, que utilizando un lenguaje rancio y agresivo, te arrastran si te descuidas a posturas agrias y malhumoradas; de igual manera contemplamos que el interactuar en un residencial o vecindad está opacado por el desconocerse y la frivolidad, que hasta muchas veces resulta más fácil realizar un viaje al planeta Marte, que el ir y visitar el vecino que está al lado, y todo esto por no socializar.

En ese mismo orden vemos con gran inquietud, individuos que salen a recrearse a lugares de diversión con la ropa puesta del pleito y la discordia, en lugar de centrarse en el disfrute y el compartir; familias que lejos de educar para el diálogo, se han convertido en aulas del mal vivir, enseñando a gritar en todo, a lastimarse sin consideración con palabras cargas de todo color y hasta pegarse sin límites, ni medir resultados colaterales; matrimonios que por no comunicarse de manera asertiva y eficaz, prefirieren que el cáncer del divorcio hiciera metástasis en su unión de amor; ciudadanos que ante situaciones menores y sin complicaciones, prefieren un litigio tedioso y costoso que un buen diálogo reparador; individuos que vierten todo cuanto le ocurre en las redes sociales, porque creen que en ese mundo cibernético desconocido están sus verdaderos amigos.

De todo lo expuesto anteriormente, hemos llegado a la conclusión de que “es tiempo de dialogar”, ya que es vital para la convivencia humana, pues no hay otro modo de articular proyectos comunes y de sumar las ideas, aportes, experiencias y conocimientos de todos, sino es por el diálogo. El mismo es tan enriquecedor, ya que da cabida a derrumbar muros y hacer posible la reconciliación. Sin el dialogo y la comunicación, como dice el escritor Carlos Fuentes, “no hay desarrollo y futuro, nos aniquilamos y perecemos; donde no hay comunicación y dialogo, uno se atrofia, al carecer del aire fresco para respirar (para vivir), y termina uno corrompiéndose, en todos los sentidos”.  

Todos queremos convivir en paz y en armonía, es un anhelo, pero siento que estamos dedicando más energías y tiempo en reclamar o exigir derechos, lo cual no es malo; siempre y cuando pongamos el mismo interés en asumir nuestros deberes. Gandhi, lo explica claramente diciendo: “Si vienes a reclamar tus derechos, conoce primero tus deberes. La verdadera fuente de los derechos es el deber. Si todos cumplimos nuestros deberes no habrá que buscar lejos los derechos. Si, descuidando nuestros deberes, corremos tras nuestros derechos, estos se nos escaparan como un fuego fatuo. Cuanto más lo persigamos más se alejaran”.

Vivir en un mundo carcomido por el odio, el egoísmo, la intolerancia, el resentimiento y las divisiones, no es la meta a perseguir, es lo que debemos detener; de ahí es que el deber llama, a que con nuestras actitudes oxigenemos con aires de sosiego y unidad nuestra sociedad.

El dialogo es un gran purificador de cualquier ambiente, podrá resultar difícil efectuarlo, si se realiza en una atmosfera cargada de heridas  o recelos, no obstante siempre será una excelente oportunidad para abrir pasos hacia el camino del perdón y la edificación mutuaPor eso debemos aprender a dialogar, respetando las opiniones ajenas, no imponiendo las nuestras, ni querer avasallar, ya que lo que se trata es que a través del intercambio de impresiones positivas en un ambiente cálido y agradable,   traiga consigo conclusiones útiles, que nos ayude a crecer personalmente, sin vencidos  ni vencedores, sino un ganar – ganar en ambas direcciones.

Tenemos que cuidar en no reducir el dialogo a un elemento táctico, ni mucho menos a un recurso cortoplacista, destinado solo a resolver dificultades o desavenencias coyunturalmente; sino a un mecanismo eficaz, sabio y permanente que inspire cada decisión o acción de los ciudadanos, sin importar su status o condición social, ideológica o política, en pro de fortalecer la democracia, la convivencia pacífica, la cultura del encuentro  y sobre todo la paz en todos los escenarios de nuestras vidas, porque ¡Es Tiempo de Dialogar!


Lic. Ángel Gomera