jueves, 2 de noviembre de 2023

Despertar la conciencia de los valores

 


Despertar la conciencia de los valores

El filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky en su obra publicada en el 1983, titulada: ¨La era del vacío¨, nos presenta una sociedad caracterizada por el debilitamiento de las costumbres, por la aparición del consumo de masas, con temas recurrentes como el narcisismo apático, el consumismo, el hiperindividualismo psicologista, la deserción de los valores tradicionales, entre otras realidades que describe en dicha obra.

Hacemos alusión a dicha obra, en razón de las preocupaciones serias que se vienen externando en la actualidad, por la deserción y pérdida progresiva de los valores en nuestra sociedad; en donde el sentido de la vida y la ética, se está banalizando por un relativismo tan confuso e indiferente.

Esa indiferencia de menosprecio o devaluación a los valores, puede coadyuvar a considerar de manera atrevida, que la virtud y la perversión, son cosas parecidas, o que da lo mismo hacer uso de una o la otra sin el más mínimo reparo. Lo peligroso de este tipo de comportamiento, es que siempre trata de justificar dicha confusión ¨no inocente del todo¨, bajo el alegato de estar obrando en el ejercicio de una llamada libertad; la cual resulta ser falsa de toda falsedad.

Con ese tipo de confusión y normalización del vicio en el tejido social, se destruye la superioridad del bien; y expone al mundo a estar patas hacia arriba, como muy bien lo plantea el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro: ¨La Escuela del mundo al revés¨.

Visto lo anterior, no podemos quedarnos varados en el pesimismo y las lamentaciones, ni tampoco permanecer anclados en nuestros propios conforts; porque esto nos conduciría al vacío y a una angustiosa deshumanización. Ante lo expresado anteriormente, cabe perfectamente la frase de Albert Einstein, cuando señala que ̈la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa ¨.

¿Cuál debe ser nuestra respuesta ante ésta pérdida progresiva de los valores?

Debemos entrar en una sincera reflexión, y asumir estas palabras del artista Joaquín Sabina, cuando ¨él dice tener ojos y oídos para ver lo que está pasando¨. Como sociedad, no podemos continuar invadidos por la irremediable cobardía de no abrir los ojos; ni tampoco cerrar nuestros oídos; y es que ¨no hay peor sordo que el que no quiere escuchar¨.

Precisamente, ante la indiferencia tan marcada en la humanidad, el Papa Pío XI, nos moviliza la conciencia cuando infiere que ¨el problema mayor de nuestro tiempo no son las fuerzas negativas, es la somnolencia de los buenos ¨.

En ese mismo orden, el escritor José Saramago en su ensayo sobre la ceguera, nos alerta sobre la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron. El asumir la responsabilidad de estar despiertos y activos contribuye a que mantengamos alejados de la sociedad los peligros o gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas.

De ahí es que, resulta interesante y oportuno, apropiarnos de la fórmula sugestiva de Santa Catalina de Siena, cuando nos invita a: ̈Despertar el perro de la conciencia ̈. Ella indica con mucha claridad y precisión, que cada vez que abrimos el corazón a la voz de la conciencia, esta nos avisa de los peligros y nos estimula en el camino hacia el bien.

El despertar de los valores nos permite reconocer la fragilidad del mundo y actuar en consonancia para ayudar a transformarlo.

Para ser efectivos en el despertar de los valores, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos, buscando la manera más eficaz de superarlos, con acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

¡Desde la conciencia, propiciemos un despertar de los valores en nuestra sociedad!

 

ANGEL GOMERA

sábado, 21 de octubre de 2023

Feliz aniversario matrimonial 18




Deslumbra este dia, vestido elegantemente. En su rostro cubierto de luz, emana una amplia sonrisa de felicidad. Su corazón palpita agitadamente por emociones placenteras y tropicales. Es que el día se hace cómplice de celebrar 18 años de unión matrimonial;  de dos seres decididos amarse para toda la vida a pesar de las mareas altas y bajas; a pesar de ser dos corazones imperfectos, pero dispuestos a peregrinar debidamente en el camino de la perfección del amor. 


Podríamos decir que el tiempo vuela cuando estoy contigo, Rosalis, mi amor. Parece que fue ayer cuando nos casamos, y ya han pasado 18 años; en donde el mismo Dios, nos concedió la dicha celestial, de unir nuestras vidas con un toque de bendición eterna e inefable. 


Fue Dios quien selló nuestra unión y la ha mantenido bajo su autoría. Juntos en el amor, nos hemos convertido en una sola carne y hoy estamos celebrando esta gracia tan especial. ¡Feliz aniversario de boda, amor de mi vida!

Le pido al Altísimo, que te santifique todos los días de tu vida; que nos conceda salud, larga vida, una familia bendecida de generación en generación y que estemos juntos y muy felices. 


Feliz dieciocho (18) aniversario matrimonial. Te amo por y para siempre. 


Ángel Gomera

lunes, 25 de septiembre de 2023

Feliz cumpleaños Rosalis



Se levanta el alba con majestad, entre sonrisas y rosas perfumadas, entre luz y dulzura tropical, entre arroyos alegres y valles exuberantes.

Es que hoy es el cumpleaños de un ser tan lozano y maravilloso; con frescor eterno de primavera: ROSALIS.
Rosalis, eres una estrella con esplendor de bendición. Eres un refugio tierno, que cobijas en amor, abnegación, paz y felicidad a quienes te rodeamos. Privilegio y dicha, es estar a tu lado.

Le pido a Dios, que cada sendero, te conduzca a un hermoso mañana; que santifique tus anhelos para que se hagan realidad bajo la voluntad divina; que te conceda larga vida con mucha salud; que bendiga nuestro matrimonio y familia de manera perpetua.

Feliz cumpleaños, mi vida! con él mi regocijo
y mis votos más sinceros,
por tu dicha en el día de hoy y en los años venideros. Te amo por siempre y para siempre. ❤️❤️🎈 Rosalis Then de Gomera #RD #AngelGomera

sábado, 26 de agosto de 2023

Celebrando sus 74 años

 


Celebrando sus 74 años

Una alfombra de pétalos de amor cubre el Mar Caribe. Espumas de versos alegres se entremezclan con las olas tropicales, que bailan al compás de una gratitud perpetua. 

Allá en la orilla de la playa, las arenas se visten de un blanco resplandeciente de pureza, esperando el acostumbrado toque de la marea que, reflejando con denodada ilusión; entre vaivenes de idas y vueltas; entre brisa suave y palmeras; conjugan en complicidad, un espectáculo gozoso de inigualable belleza.

Las nubes sonríen y aplauden por tan maravilloso espectáculo; el sol brilla vestido de fiesta con toques especiales de bendición; las aves con pericias extraordinarias forman un gran corazón en el cielo; y las montañas agarradas de las manos con las llanuras escucha el acorde de felicidad tocado por los valles. 

Todo esto ocurre por ti Madre bendita; es que, tú cumpleaños 74 moviliza la naturaleza; pone a cantar las piedras del arroyo; le concede caudal rebosante a ríos sedientos, bajo el cortejo majestuoso de bosques sonrientes, vestidos con el impresionante verdor de la esperanza.

Asimismo, hace danzar los peces felices en el gran océano de los anhelos e ilusiones; les da vida y armonía a los arrecifes de coral, convirtiéndolos en eterna primavera con extraordinaria multiplicidad de colores; ahí, se aprovechan los caracoles frescos jugueteando con los hipocampos, en la platea del inmenso y hermoso mar azul. 

Y las gaviotas con sus esmóquines blancos, aletean sus alas en el viento; galanteando su mejor vuelo y salpicando la luna, con sus zambullidas afanosas, en aquel mar de la quietud.

Tú día de días, madre de luz; llena mi corazón de inspiración y poesía divina; me hace elevar cánticos de agradecimiento al Altísimo, por concederme la dicha excelsa de salir de tu vientre beato. Eres un ser que nunca se deja ganar en un amor sin límites, que sana con su sonrisa, miheroína santa.        

A Dios le pido que le santifique todos los días de su vida, me le conceda salud y larga vida. Que nos permita como familia y cómo hijo, prodigar en cada instante, sin la mínima fisura, de un amor gigantesco que la haga más feliz en cada instante y suspiro. Que me permita ser un digno hijo ante sus ojos dando testimonio de vida.

Sabes madre mía, que te amo inmensamente y con devoción, que hasta me quedé corto en lo que te escribí. 

 

Feliz cumpleaños, madre adorada y amada: cariñosamente Migdalia. 

Tú hijo 

Ángel Gomera

martes, 25 de julio de 2023

Hacia una sociedad Zombie. ¡Cuidado!

 


Hacia una sociedad Zombie. ¡Cuidado!

Hoy la sociedad está permeada de vivir en un mundo de apariencias o máscaras, en donde la simulación es siamesa de lo irreal; es decir, se vende lo que no se vive; lo mercurial desplaza la centralidad del ser humano; lo escandaloso y violento crea likes y tendencias; se procura visibilizar la intimidad para que otro por más extraño que sea, la valide; con la única pretensión de convertirse en ¨influencers¨ más allá de lo racional.

Este aparentar envuelto en ficción genera vacíos; por lo tanto, es un ejercicio peligroso de la posfelicidad; donde lo virtual o superficial desplaza a la realidad física; generando a su vez unas series de individuos autómatas, desgastados por un exhibicionismo egocentrista acentuado. Vale decir, viven nublados con una mente de deseos etéreos y un ego implacable, absorbido en su individualismo y barnizado por un relativismo tan confuso y oscuro.

En definitiva, en este tipo de sociedad, se cuida la carátula o exterior más que el interior; lo insustancial se coloca por encima de las ideas; se ejercita progresivamente la cultura de la inmediatez: el aquí, el ahora, lo fácil y la búsqueda de atajos sin escrúpulos para llegar a un fin, por encima del debido proceso; y, por lo tanto, se trata de normalizar los vicios, las mentiras, la corrupción y todas las actitudes espurias y abyectas.

Todo parece indicar, sin ser pesimista ni alarmista, que caminamos hacia una sociedad de zombies; controlados, deslumbrados y enceguecidos por una falsa libertad. En donde queremos hacer todo cuanto se nos antoje, sin importar cruzar límites, aunque esto conlleve nuestra propia destrucción.

Esa falsa libertad nos está llevando poco a poco a la deshumanización; creando unas series de seres crueles, capaces de perturbar el orden y armonía de la familia; y desmoronar de manera consciente e inconsciente, todas las herramientas de control, equilibrio, principios y valores en la sociedad. Su norte es legitimar e imponer por cualquier medio, sus oscuras pasiones y placeres de manera totalitaria.

En esa llamada sociedad zombi, se puede observar cómo ciertas personas, se están sintiendo cada vez más desorientadas e incapaces, de actuar de un modo racional dentro de su entorno. Sus miedos, estrés y ansiedades más profundas, quieren ahogarlas en alucinógenos y drogas disociativas. Se adentran de tal manera, que convierten su dignidad en un pútrido estado de descomposición.

Estas personas zombies dan la impresión de hallarse vagando sin rumbo, ni propósito; caminan como muertos vivientes, caracterizado por una indiferencia pasmosa; sin voluntad para hacer el bien, pero obsesivos furibundos hasta la inconsciencia más salvaje.

Su fin, subyace en diluir la frontera entre el bien y el mal. Se tropieza con tragedias, sin que estas se noten, fruto de una insensibilidad social espeluznante; ya que alimenta de la violencia, hacedora de pesadillas traumáticas y partera de desgracias. Su único propósito es sembrar sufrimiento y dolor. Su lugar predilecto es el cerebro, lo contagia, lo obnubila y lo utiliza como plataforma de propagación, ya que se alimenta de la baja inteligencia emocional.

En esa sociedad zombie se intenta empujar a la moral a un limbo o más bien al ocaso; ya que las maltrechas referencias gelatinosas y biografías escabrosas, gozan célebres.

La misma, es cómplice de la sociedad de la posverdad, la cual crea una metamorfosis extraña; lo que antes era vicio ahora es virtuoso. Lo absurdo e ilógico, se valida como norma. La perversidad y la violencia, se quiere visibilizar como una costumbre aceptada, porque se ancla en el todo depende.

¿Qué hacer para no sucumbir ante este escenario apocalíptico?

Es tiempo de despertar lo humano; es decir abrir el corazón y la mente, a la voz de la conciencia, para que nos avise de esos peligros y amenazas latentes; para que reconozcamos con valentía esas ¨ideologías¨ que procuran zombificar a la sociedad; y para que nos estimulemos unos a otros en revolucionar la superioridad del bien, la belleza y la verdad.

Es tiempo de volver al arte del buen vivir; de comprometernos con el ejemplo, a mantener alejados de la sociedad esos gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas.

Es tiempo de edificar un mundo maravilloso, pintando con los colores de la compasión cada rostro cubierto de sufrimiento. Hacer florecer la sonrisa de la esperanza, más allá de las oscuridades que siembran confusión y dolor. Provocar la bondad más allá de las murallas del corazón.

Finalmente, es tiempo de generar conciencia y respeto por la vida, para así, discernir con madurez, cada proceder y pensar; abrevando con raciocinio en el manantial de la prudencia, la justicia y el amor. Fomentando lo sensato, la cordura y la paz en cada acto; evitando siempre menospreciar y dañar a los demás. En definitiva, hacer un buen uso de la libertad sin que sea afectada por el desenfreno y la soberbia.

Angel Gomera


martes, 27 de junio de 2023

Democratizar la mediación como política pública

 


Democratizar la mediación como política pública.

Entiendo que existe en la República Dominicana, un anhelo creciente de trabajar por una efectiva convivencia pacífica, dado el incremento alarmante de situaciones o controversias que, en muchos casos por cuestiones menores no atendidas oportunamente, se están convirtiendo en sucesos trágicos y lamentables.

Dicho lo anterior, en el caso dominicano y en otros países latinoamericanos, podemos observar el desborde que han venido experimentando, los esquemas tradicionales del sistema de justicia o las estructuras del Estado para poder dirimir ese aumento progresivo en la conflictividad; que obedece a unas series de múltiples factores socioculturales, estructurales, de comportamientos; entre otras causas.

Concibo que nuestra misión de Estado, es la de proporcionar soluciones institucionales a las partes en conflictos para alcanzar una vida en paz y armonía como ciudadanía; evitando a cada quien, tomar acciones para hacerse justicia por su propio medio o la venganza privada. Por lo tanto, la tarea de dar respuesta efectiva y participación a las comunidades con sus expresiones organizadas, debe ser una prioridad mayúscula.

En este sentido y por lo antes expresado, es que se hace perentorio e inaplazable la mayor expansión y consolidación de los métodos alternos de resolución de conflictos, particularmente la mediación, en todo el territorio nacional, para todos aquellos casos que lo ameriten de acuerdo a la norma.

Esto así, para contribuir a la descongestión de los tribunales con asuntos o disputas que puedan alcanzar una solución sin necesidad de ser judicializados. Por lo que esto, ayudará a ir desplazando la cultura del litigio ante situaciones que, por su naturaleza, es posible otro tipo de abordaje y por tanto de una solución favorable a las partes en disputas.

En el entendido que la mediación suele ser un catalizador idóneo y democrático, para que el acceso efectivo a la justicia sea una realidad. Proponemos pues, las siguientes sugerencias, para ser analizadas y puesta en marcha como políticas públicas en la nación dominicana:  

Procurar la aprobación de normativas legales especializadas en resolución de conflictos (Ley General de Mediación y Conciliación de Conflictos) en el país. La mediación es una expresión democrática y oportuna de la justicia, pues en ella las personas participan directamente en la construcción de soluciones a sus conflictos.

Insertar los mecanismos alternos de resolución de conflictos en materia de condominios. Es decir, promover y fortalecer la mediación en el ámbito comunitario, escolar, familiar, juvenil, ambiental, penitenciario, entre otras realidades de socialización.

Establecer marco procedimental para la regulación, ejecución y aplicación de los métodos alternos de resolución de conflictos, a través de la implementación de protocolos, procedimientos, reglamentos, resoluciones, código de ética, criterios de calidad y normativa de habilitación y certificación.

Proveer la habilitación de Espacios de Mediación de Conflictos en todas las fiscalías barriales, donde podamos atender de manera oportuna los casos que, aunque no están tipificados dentro de las infracciones penales se puedan derivar en ello. Así como, también promover centros de mediación comunitarios, a través del Ministerio de Interior y Policía, a fin de coadyuvar con la seguridad ciudadana y una cultura de paz.

Fomentar la habilitación de espacios de Resolución de Conflictos en las estructuras municipales (Alcaldías y Juntas de Distritos Municipales), a fin de contribuir con la preservación de la convivencia pacífica; garantizando así, decisiones más democráticas, participativas e inclusivas en el orden local.

Incluir dentro de la carrera laboral de los operadores y administradores de justicia, la figura del mediador de conflictos como tercero neutral y auxiliar del Ministerio Público; función esta, que sea ejercida por personas que cumplan con el perfil y las competencias requeridas.

Desarrollar sistemas de registros, monitoreo y análisis de las situaciones de violencia y el nivel de conflictividad en los diferentes ámbitos de socialización. Aquí cabe plantear la creación de un Observatorio Nacional de la Violencia y los Conflictos.

En definitiva, urge impulsar el fortalecimiento de la mediación como política pública por parte del Estado dominicano, para que las partes en conflicto puedan dialogar y generar soluciones a conflictos, que pueden derivar por el uso irracional de la violencia en situaciones funestas.

Por tanto, es necesario intensificar los procesos de formación y capacitación en todos los ámbitos de socialización, sobre los beneficios de la mediación como solución alternativa idónea ante los conflictos; analizando a su vez, sobre el impacto que ésta genera en la sociedad.

Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo. (Albert Camus)

 

ÁNGEL GOMERA

Entiendo que existe en la República Dominicana, un anhelo creciente de trabajar por una efectiva convivencia pacífica, dado el incremento alarmante de situaciones o controversias que, en muchos casos por cuestiones menores no atendidas oportunamente, se están convirtiendo en sucesos trágicos y lamentables.

Dicho lo anterior, en el caso dominicano y en otros países latinoamericanos, podemos observar el desborde que han venido experimentando, los esquemas tradicionales del sistema de justicia o las estructuras del Estado para poder dirimir ese aumento progresivo en la conflictividad; que obedece a unas series de múltiples factores socioculturales, estructurales, de comportamientos; entre otras causas.

Concibo que nuestra misión de Estado, es la de proporcionar soluciones institucionales a las partes en conflictos para alcanzar una vida en paz y armonía como ciudadanía; evitando a cada quien, tomar acciones para hacerse justicia por su propio medio o la venganza privada. Por lo tanto, la tarea de dar respuesta efectiva y participación a las comunidades con sus expresiones organizadas, debe ser una prioridad mayúscula.

En este sentido y por lo antes expresado, es que se hace perentorio e inaplazable la mayor expansión y consolidación de los métodos alternos de resolución de conflictos, particularmente la mediación, en todo el territorio nacional, para todos aquellos casos que lo ameriten de acuerdo a la norma.

Esto así, para contribuir a la descongestión de los tribunales con asuntos o disputas que puedan alcanzar una solución sin necesidad de ser judicializados. Por lo que esto, ayudará a ir desplazando la cultura del litigio ante situaciones que, por su naturaleza, es posible otro tipo de abordaje y por tanto de una solución favorable a las partes en disputas.

En el entendido que la mediación suele ser un catalizador idóneo y democrático, para que el acceso efectivo a la justicia sea una realidad. Proponemos pues, las siguientes sugerencias, para ser analizadas y puesta en marcha como políticas públicas en la nación dominicana:  

Procurar la aprobación de normativas legales especializadas en resolución de conflictos (Ley General de Mediación y Conciliación de Conflictos) en el país. La mediación es una expresión democrática y oportuna de la justicia, pues en ella las personas participan directamente en la construcción de soluciones a sus conflictos.

Insertar los mecanismos alternos de resolución de conflictos en materia de condominios. Es decir, promover y fortalecer la mediación en el ámbito comunitario, escolar, familiar, juvenil, ambiental, penitenciario, entre otras realidades de socialización.

Establecer marco procedimental para la regulación, ejecución y aplicación de los métodos alternos de resolución de conflictos, a través de la implementación de protocolos, procedimientos, reglamentos, resoluciones, código de ética, criterios de calidad y normativa de habilitación y certificación.

Proveer la habilitación de Espacios de Mediación de Conflictos en todas las fiscalías barriales, donde podamos atender de manera oportuna los casos que, aunque no están tipificados dentro de las infracciones penales se puedan derivar en ello. Así como, también promover centros de mediación comunitarios, a través del Ministerio de Interior y Policía, a fin de coadyuvar con la seguridad ciudadana y una cultura de paz.

Fomentar la habilitación de espacios de Resolución de Conflictos en las estructuras municipales (Alcaldías y Juntas de Distritos Municipales), a fin de contribuir con la preservación de la convivencia pacífica; garantizando así, decisiones más democráticas, participativas e inclusivas en el orden local.

Incluir dentro de la carrera laboral de los operadores y administradores de justicia, la figura del mediador de conflictos como tercero neutral y auxiliar del Ministerio Público; función esta, que sea ejercida por personas que cumplan con el perfil y las competencias requeridas.

Desarrollar sistemas de registros, monitoreo y análisis de las situaciones de violencia y el nivel de conflictividad en los diferentes ámbitos de socialización. Aquí cabe plantear la creación de un Observatorio Nacional de la Violencia y los Conflictos.

En definitiva, urge impulsar el fortalecimiento de la mediación como política pública por parte del Estado dominicano, para que las partes en conflicto puedan dialogar y generar soluciones a conflictos, que pueden derivar por el uso irracional de la violencia en situaciones funestas.

Por tanto, es necesario intensificar los procesos de formación y capacitación en todos los ámbitos de socialización, sobre los beneficios de la mediación como solución alternativa idónea ante los conflictos; analizando a su vez, sobre el impacto que ésta genera en la sociedad.

Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo. (Albert Camus)

 

ÁNGEL GOMERA

viernes, 16 de junio de 2023

Cultura de paz en la República Dominicana

 


Cultura de paz en la República Dominicana

La sociedad dominicana está conmocionada sensiblemente por un oleaje abrupto de violencia; fenómeno eruptivo éste, que debemos intervenir como Estado, con la celeridad estratégica y efectiva que requiere esta preocupante problemática social.

En ese orden, se han elevado un conjunto de voces que provienen de diversos sectores o expresiones de la vida nacional, en las que se refieren a la decadencia que estamos experimentando como colectividad, por la carencia o ausencia cada vez más arraigada, de los valores que sustentan la convivencia humana.

Todo parece indicar que la incapacidad en el manejo de la inteligencia emocional ante los conflictos, está causando estragos en la construcción de relaciones sociales más saludables y una cultura de paz.

En ese sentido, se observa que la frustración, impulsividad, indiferencia y la irreflexión se está haciendo eco tendencioso en los diferentes ámbitos de socialización de la ciudadanía. El relajo de fantasear con matar en la interacción social, se está ejecutando de lo imaginario o virtual a lo real con cierta facilidad y sin límites.   

Es por ello, que se hace cada día más notoria la falta de respeto hacia la vida misma; actitud negativa ésta, que viene erosionando el ejercicio de la capacidad de asombro; y eso es sumamente peligroso, ya que perder la sensibilidad social o el dejar de asombrarnos y sorprendernos es un síntoma de que algo está fallando en nuestro sistema. 

Esa violencia que nos preocupa, tiene una dinámica o efecto expansivo con estructura espiral cancerígena, ya que cualquier acto violento por simple que pueda verse, posee probabilidades altas, de generar o desencadenar como respuestas otros actos violentos de igual o peor magnitud, si no se le presta la debida atención, mediante el diseño, implementación y monitoreo de políticas preventivas idóneas.

No podemos seguir legitimando con nuestra apatía, aquellos comportamientos, acciones o malas prácticas que validan o normalizan la cultura de la violencia y que por ende atentan contra el ser humano. La violencia es un problema social, que se aprende como una vía de resolver o dar respuestas a dificultades; y por tanto también se debería poder desaprender, desde la transformación misma de la persona.

Dada esa situación, se demanda con mayor rigor de la promoción continua y firme de una cultura de Paz, como vía para arribar a soluciones que afiancen la convivencia armoniosa entre las personas.

Partiendo de la realidad expuesta, proponemos algunos enfoques o ideas para la construcción de una cultura de paz en la República Dominicana:

Promover como Estado, la cultura de paz como un estilo o filosofía de vida, a través de políticas públicas definidas; con las que se puedan generar acciones de reflexiones que sensibilicen al individuo para internalizar de manera convincente, los medios para la construcción de una cultura de paz.

Para este fin, es fundamental impulsar la formación de una cultura cívica con actitudes basadas en la participación, la práctica de la no violencia activa, el diálogo, la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo.

En ese mismo orden, es oportuno crear espacios para el desarrollo de actividades en la formación de habilidades sociales para construir una cultura de paz. Esos espacios para el diálogo deben promover el perdón y la reconciliación dentro del marco de la Justicia Restaurativa y en el ambiente comunitario.

Asimismo, urge fortalecer la educación por una cultura de paz. A tal efecto, se hace apremiante trabajar con los estudiantes procesos pedagógicos que conlleven a formar en la construcción de paz; lo que facilitará la comprensión del proceso que conduce a la plena realización de la misma, a la sana convivencia, a la participación democrática y a la resolución de conflictos.

Al respecto, es necesario mejorar la relación Estado – Escuela – familia, para lograr mayor compromiso y participación, en cuanto a la edificación de entornos seguros y positivos en el contexto educativo. Esto facilita que se aprenda a respetar las leyes, a defender y promover los derechos humanos e ir arraigando en cada ser humano una sólida cultura de paz.

También, desarrollar la resolución alternativa de conflictos, como herramientas para alcanzar la convivencia pacífica anhelada: es que, para poder contribuir al fortalecimiento de una cultura de paz, es pertinente proponer la implementación de estrategias de resolución pacífica de conflictos como la mediación, considerándola como política social que incida en la gestión y transformación positiva de los mismos.

Para tales fines, es necesario fomentar la habilitación de Espacios de Mediación de Conflictos en las diferentes comunidades del país. Con dicha medida se refuerza la capacidad de diálogo de la ciudadanía, contribuyendo de este modo a la construcción de la paz, al ejercicio de democrático y a la seguridad ciudadana.

Finalmente, implementar estrategias y políticas sanitarias de salud mental, cultura de paz y buen trato; con acciones orientadas a la recuperación de la salud mental de las personas, no sólo atendiendo los trastornos mentales sino también los problemas psicosociales graves, como los diversos tipos de violencia, los cuales generan consecuencias que de no ser abordadas contribuirán a reproducir de generación en generación este problema.

Si estás lo suficientemente preocupado por un resultado, posiblemente harás algo para solucionarlo. (Williams James)

 

Ángel Gomera

martes, 6 de junio de 2023

Una cultura de paz en el tránsito

 


Una cultura de paz en el tránsito

En la República Dominicana urge trabajar sin postergación ninguna, un cambio de mentalidad y cultura de paz respecto al tránsito. Este esfuerzo debe surgir de una ciudadanía decidida, empoderada y organizada en sus diferentes expresiones sociales, que haga posible combatir las aguas tempestuosas de la violencia y esos niveles existentes de agresividad irracional en calles y carreteras de todo el territorio nacional.

Salir cada día de nuestras casas y adentrarse en el tránsito, es provocar un milagro de supervivencia por los distintos riesgos que debemos asumir.

Puede considerarse como exagerado lo que acabamos de enunciar, pero veamos las estadísticas y el penoso lugar que ocupamos como país, en donde de manera lamentable y preocupante, se tiene una de las más altas tasas de mortalidad por accidentes de tránsito en el mundo.

Es que para muestra un botón, ver el soberano caos e inseguridad pasmosa que exhibe nuestro tránsito; en donde el orden, la educación, el respeto a la ley, la urbanidad y el deber ser; se aprecian como elementos extraños y extintos ante una cotidianidad que se acostumbra ante lo incierto y pierde progresivamente la sensibilidad social.

De ahí es que, ante esta vorágine alarmante, debemos propiciar una parada obligada como Estado, que evite pues, el desgaste de nuestra capacidad de asombro y acción, por ejemplo: ante esos conductores que andan a velocidad suicida, sin límites ni en su propia conciencia.

Esos mismos choferes que conducen nublado por los efectos de sustancia psicotrópicas sin reparar en el daño que puede causar o causarse. Que viven realizando competencias en plenas vías, a fin de adelantarse a montar un pasajero. Entendemos que la categoría más notoria que poseen en esas licencias de conducir es la imprudencia.

Que circulan tocando violentamente las bocinas del vehículo por doquier, fruto de una prisa aviesa y desconsiderada. Que se parquean en donde se le da la gana, sin la más mínima consideración a los demás.

Que ante un siniestro vial por más pequeño que sea, son presas fáciles del síndrome de la mecha corta por el pésimo manejo de sus emociones ante los conflictos; evidenciando la incapacidad de detenerse a pensar en las posibles consecuencias de sus reacciones desproporcionadas; las cuales pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte, entre construir sueños o pesadillas; entre la cárcel y la libertad.

De igual manera, urge detener la pérdida de la sensibilidad social; por ejemplo: si te accidentas, los primeros auxilios que te prestan, es grabarte con un celular sin importar la condición en que te encuentras; porque al fin y al cabo lo que debe primar es viralizar tu tragedia en las redes sociales. Claro, a eso súmale el saqueo o robo que te dispensan en dicho momento de calamidad.   

Definitivamente, no podemos perder la capacidad de asombro y acción como Estado; ante esos motociclistas que se sienten seres privilegiados por las autoridades, al permitirles cruzar la luz roja de un semáforo, subirse por las aceras, caminar vías contrarias, chatear desde un celular, transitar por los pasos a desniveles.

Que viven realizando peligrosas acrobacias y carreras clandestinas, que no utilizan cascos protectores ni andan con las documentaciones al día; entre otras actitudes que gozan de una gracia especial que raya entre el indulto, la indiferencia y una amnistía automática.

Al parecer, podría estar equivocado, pero por lo visto, se está incurriendo en una práctica errónea que se puede denominar como el “olvido legal¨ de las infracciones o delitos, con la cual se procura extinguir de manera mecánica la responsabilidad de sus autores”. Esta mala práctica señalada, transgrede vilmente el principio de igualdad establecido en la Constitución de la República.

Además, es perniciosa para la consolidación de un verdadero “Estado Social y Democrático de Derecho”, sueño que anidamos como nación.

En definitiva, todo lo anterior y otras realidades no señaladas, evidencia como preocupación social y sanitaria, el recrudecimiento de la violencia del tránsito en las vías públicas de la República Dominicana.

De ahí la necesidad de construir una cultura de paz en el tránsito, como apuesta institucional para la consecución de un futuro menos violento; el cual fomenta una mejor seguridad, mayor bienestar, mejor comportamiento cívico responsable, buena convivencia democrática y equilibrio social.

Asimismo, es una estrategia oportuna y esperanzadora, con la finalidad de incidir en la disminución de las altas y penosas estadísticas de muertes en accidentes de tránsito. La suma de tanto luto eclipsa un porvenir dichoso.

De igual modo, impulsar una cultura de paz en el tránsito dominicano, favorece enormemente en la reducción de los costos de salud por la ocurrencia de tantos siniestros viales; generadores de traumas, frustraciones y discapacidades, en muchos de los casos.

Finalmente, para alcanzar la construcción de una cultura de paz en el tránsito, debe darse en torno a la cooperación y participación activa de todos los sectores de la vida nacional.

Este proceso debe partir de un análisis acabado de las causas sociales, económicas y culturales que están provocando esta terrible problemática nacional; para así generar las políticas públicas idóneas y efectivas. Mientras tanto, apliquemos el imperio de la ley en las calles y carreteras de la nación, y veremos un poco de luz y paz en el sombrío horizonte del tránsito dominicano.

“¿Queréis prevenir los delitos? Haced que las leyes sean claras, sencillas, y que toda la fuerza de la nación se encuentre condensada para defenderlas, sin que, por el contrario, ninguna parte de la misma se emplee en destruirlas. Haced que las leyes favorezcan menos a las clases sociales que a los hombres mismos.” (Cesare Beccaria)

 

ÁNGEL GOMERA

miércoles, 24 de mayo de 2023

Medio ambiente, seguridad y cultura de paz


 Medio ambiente, seguridad y cultura de paz

Los niveles de tensiones y estrés que viene experimentando el planeta tierra, por la sobreexplotación de sus recursos naturales, fuera del marco de la sostenibilidad; y por ende de todo equilibrio que favorezca un medio ambiente sano. Debe conllevar a que la acción ambiental desde el punto de vista estatal, sea parte relevante de las estrategias de prevención y transformación de conflictos socio ambientales en el ejercicio de las políticas públicas.

Así también en ese mismo contexto, debe considerarse con igual similitud de trascendencia, la promoción, implementación, el mantenimiento y la consolidación de una cultura de paz por el medio ambiente. En razón de que luchar por preservar un medio ambiente sano es un enfoque o principio importante de la paz, la seguridad nacional y los derechos humanos. Es que indiscutiblemente no puede existir una paz duradera y fecunda, si se destruyen los recursos naturales que sustentan los medios de vida y los ecosistemas. 

En este punto cabe alentar que grandes conflictos violentos en el futuro, tendrán su génesis en disputas por recursos naturales agotados. Ya se puede observar en los momentos actuales, ciertas protestas sociales por la escasez de agua, por la manera despiadada en que matamos los ríos y sus afluentes; una pesada incertidumbre por los efectos adversos del cambio climático; efectos estos, que están presionando a desplazamientos masivos de personas. Pero, a pesar de esta realidad que se nos viene encima, se sigue permitiendo la ocupación e invasión de lugares de alto riesgo y vulnerabilidad.

También, se puede examinar una deforestación agresiva y sin juicio, que está provocando daños a los hábitats, una preocupante fragmentación y la sucesiva pérdida de biodiversidad; así como, la alteración de los ciclos del agua, la erosión del suelo y la desertificación. Solo basta advertir cómo cada día nuestras montañas y cordilleras están más pelonas por un conuquismo y ganadería sin planificación y control.

Por lo tanto, como muy bien indica el documento Laudato si: “No podremos afrontar la degradación ambiental, si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”.

Todo lo mencionado anteriormente, atenta contra la estabilidad de cualquier nación. Entender que un deterioro ambiental progresivo pone en jaque el crecimiento económico y la calidad de vida de un país; y más cuando su principal economía proviene del turismo, como es el caso de la República Dominicana.

De ahí es que, para el mantenimiento del desarrollo, la prosperidad y la paz, es elemental ocuparnos de fortalecer la seguridad ambiental dentro del ámbito de la seguridad nacional, con acciones que vayan dirigidas a la interiorización y toma de conciencia a la relación causa-efecto entre el problema ambiental y el conflicto que pueda derivar.

Por ejemplo, la República Dominicana, no puede minimizar la gran amenaza que cierne sobre su soberanía ambiental, por el declive aparatoso del medio natural del vecino país de Haití. Esta tétrica realidad medioambiental haitiana, es y será, origen de conflictos y tensiones, que suscitan luchas por el acceso y control de determinados recursos naturales. 

En ese sentido el Libro Blanco de la Defensa de República Dominicana contiene las respuestas y estrategias necesarias ante dicha problemática; además destaca cómo el medio ambiente es un elemento de interés para la seguridad nacional. 

Es por ello y ante desafíos ambientales internos, como incendios intencionales, ocupación de áreas protegidas, destrucción de los bosques, la extracción ilegal de arenas de los ríos, entre otros ilícitos; es pertinente el reforzamiento activo, correctivo y preventivo de las Fuerzas Armadas, a fin de garantizar la anhelada seguridad ambiental. 

Asimismo, es indispensable involucrar a la sociedad de manera corresponsable, mediante la concienciación que permita modificar favorablemente las pautas de comportamiento individual y colectivo de una forma moderada y sustentable. 

Por cuestión de supervivencia y amor a las generaciones venideras, debemos entrar en la sintonía de estar a favor de un ambiente sano y la preservación de los recursos naturales; evitando esos constantes desafíos irreverentes y egoístas; ya que como muy bien manifestó Julio Verne:  ̈Podemos desafiar las leyes humanas, pero no podemos resistir a las naturales. ¨

Finalmente, para poder lograr esos niveles de corresponsabilidad ambiental, urge la inclusión de la educación ambiental en lo formal y no formal; es decir en todos los diferentes niveles del sistema escolar y superior, a fin de concienciar y sensibilizar la sociedad dominicana. Claro está, es necesario educar, sin nunca obviar la aplicación del régimen de consecuencias ante los ilícitos ambientales. Porque ¨Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia. ¨ (Paul Auster).

 

Angel Gomera 


domingo, 7 de mayo de 2023

Despertar la conciencia por un medio ambiente que sufre

 


Despertar la conciencia por un medio ambiente que sufre


En la actualidad se percibe que el escenario medio ambiental en la República Dominicana se está sintiendo muy estresado. La destrucción de nuestros recursos naturales que se viene suscitando de manera inmisericorde y recurrente debe alertarnos seriamente como ciudadanía.

Si no manejamos de manera correcta los recursos que poseemos e incentivamos su conservación, entonces nos estamos auto infligiendo daños irreversibles y poniendo en alto riesgo la seguridad del Estado.

Para ello, debemos insistir una vez más, acerca de la necesidad de recurrir a una toma de conciencia que coloque la problemática ambiental como prioridad, con acciones y medidas más contundentes; y sobre todo más allá de simples enunciados.

Sabemos que lo expresado anteriormente no es fácil, encierra sus complejidades; dado que el ser humano por su afán irracional, no le importa desviarse del camino; aunque esto amenace su propia existencia. Es por esta razón, que planteamos que el inicio de esta lucha debe realizarse en el interior de la persona, a fin de combatir esa soberbia, gula, avaricia e indiferencia por el medio ambiente.

Nos corresponde como sociedad despertar la conciencia ambiental para que pongamos frenos a la contaminación de las aguas.

Agua, líquido vital que moviliza la vida. Es imprescindible para vivir, pero la contaminamos sin el más mínimo reparo. Sin ella no hay supervivencia, pero matamos y secamos sus caudales. ¡Oh vana conciencia, que se embulla en vivir futilidades, sin enmendar en su autodestrucción! No podemos permitir que se continúe sin reparos, la degradación de nuestros ríos.

Nos concierne despertar para detener la ocurrencia de estos incendios forestales, mal intencionados, devastadores y criminales. Incendios por doquier, que consumen todo vestigio de clorofila; acaba con toda foresta que, en vez de tener la oportunidad de absorber la luz solar, sufre el exterminio provocado por un fuego que disipa todo aliento de vida. Remediar sería un gesto de compasión.

Cada incendio forestal que está siendo provocado desde la ruindad del alma, está achicharrando la supervivencia de las presentes y futuras generaciones. Cada quema y tala de árboles que nace de lo perverso, pone a languidecer este dulce paraíso terrenal y amenaza el turismo.

Nos compete movilizar la conciencia para contener la tala y deforestación tan agresiva de nuestros bosques y montañas. Es que llora a raudales, aquello que en alguna ocasión se le llamó bosque. Llora con desconsuelo, recostando su cabeza pelada en la cima de aquella montaña que dejó de ser verde. Llora con hipidos y suspiros, pidiendo que no le sigan talando, ni pegando fuego a su fecunda pureza de vida.

Permitir que se pierdan cada día nuestros bosques, es dejar escapar la belleza ante nuestros ojos; es arrancar soplos de vida a las futuras generaciones; es causar pulmonía crónica a nuestra casa común; es, en fin, poner en peligro, la virtud de ser un paraíso enclavado en el Caribe.  Involucrarnos en reforestar esas cordilleras peladas por la irracionalidad cancerosas de algunos, es un ejercicio fecundo de amor por los demás.

También, nos concierne despertar la conciencia por la acumulación desaforada de tantos desechos sólidos. Solo basta escuchar en cada breve espacio que grita el vientre terrenal por una indigestión severa; se le está obligando a consumir un cóctel de sustancias químicas, que provienen de actividades humanas excesivas y constantes, que cada día envenena su dulce regazo vital.

En definitiva, urge despertar el compromiso estatal y ciudadano de no seguir dándonos el lujo cruel, de perder un árbol más, de continuar perdiendo ríos, de vulnerar e invadir alegremente las áreas protegidas, de continuar destruyendo los humedales, de permitir los asentamientos humanos en zonas vulnerables, de ver la contaminación del aire, sónica, algo tan normal, a pesar de ser una amenaza para la salud pública.

Despertar es abrir los ojos de la conciencia cuando otros la perdieron. Es decidir hacer del mundo un lugar mejor.

“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá” (Papa Francisco).

Ángel Gomera