Los teteos y la cultura de violencia
La fiesta a lo largo de la historia, ha constituido una forma de romper con
la rutina diaria; en ese sentido se organizan actos sociales cuyo centro, es
reflejar un momento en donde la alegría se comparte; divertirse de manera
colectiva o celebrar algún acontecimiento especial de la vida. Se
ha de suponer que ese tiempo de festejo, hace relajar de la tensión del trabajo
o de la cotidianidad; sirve como punto de encuentro; se aprovecha para
socializar, es decir que se genera la posibilidad de conocer personas y
establecer nuevas relaciones de amistad.
En ese orden el polímata Jean-Jacques Rousseau manifiesta que ¨la fiesta
conviene a los pueblos en una República, como un medio para organizar una
especie de asamblea creando entre sus miembros agradables lazos de placer y de
felicidad que los puede mantener unidos como comunidad. ¨
En nuestro país en la
actualidad, se ha adoptado por jóvenes, adolescentes, y también ciertos
adultos, unas nuevas formas de diversión, ¨de pasarla bien¨, ¨de vacilar¨
denominadas en la jerga urbana ¨teteos¨. Estos se están expandiendo por las
diferentes comunidades, en donde estos grupos sociales se reúnen en espacios de
las vías públicas, para disfrutar por largas horas, casi siempre en horario
nocturno.
Los que acuden, dicen
sentirse ¨libres¨, y son arrastrados por un colectivo social que
lamentablemente ejercen influencia en ellos. Estos se sienten que están
rompiendo con algo, están innovando o siendo creativos, están marcando la
diferencia, sin importar las consecuencias de sus actos. Su fin es
darle prioridad a la fama, al goce intenso, a la notoriedad sobre la
empatía, la solidaridad y el buen vivir.
El problema de estos
¨juntes¨ llamados ¨teteos¨, es que en vez de constituirse en manifestaciones
para la sana recreación o fomentar una cultura de cohesión social, se están
convirtiendo en monumentos de una conflictividad peligrosa. Esto tiende
como fenómeno a alimentar la cultura de la violencia; ya que, de manera
natural, se van validando o normalizando comportamientos que en nada contribuyen
con la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana.
Por lo tanto, estos ¨teteos¨
están distorsionando y viciando el sentido de la fiesta, desde su significado,
originalidad e identidad más profunda. Estos escenarios reproducen el
desasosiego e intranquilidad, aniquilando todo vestigio de la paz social que
debe reinar en cualquier contexto social. Es que toda fiesta debe
vincularse a la paz; y la paz a la armonía de las relaciones humanas y al
respeto a los demás. Mientras no haya paz, la fiesta pierde el sentido; sería
participar de un festejo con una alegría muerta, por más música que suene.
En los ¨teteos¨, por lo
visto, ante tantos sucesos trágicos que genera, el respeto a la vida humana no
goza de ningún valor, se disipa entre esa horda que actúan como zombis
enajenados por el placer extremo.
Allí, se le rinde culto al
¨dios¨ consumo, donde los excesos estremecen la dignidad humana y el ejercicio
de una verdadera libertad. El abuso de bebidas alcohólicas o de drogas, no
importando el rango de edad, es de preocupante incidencia y está trayendo
consecuencias muy graves. La promiscuidad y el erotismo, se pasea
galopante, incentivando al embarazo a temprana edad en medio de aquellos
jolgorios.
Asimismo, no se aplican
ningún tipo de reglas e impera una atmósfera asfixiante de ruidos, música con
letras tóxicas, suciedad, por la basura que dejan en el lugar y muchos traumas
para los vecinos, por la zozobra que crea; entre otras crudas realidades.
Por lo que esta manera de
festejar o divertirse mal aprovechada y barnizada de esos ingredientes
negativos, crea ciertas parálisis a una sociedad, la hace retroceder y sobre
todo va degradando la persona en su propia dignidad.
Ante esa realidad, la
indiferencia no es consejera ni es solución; Beltolt Brecht plantea que, ¨cuando
el delito se multiplica, nadie quiere verlo¨. Aún como sociedad no se ha caído en
ese umbral tenebroso, pero vale más prevenir que lamentar.
En definitiva, esta
reflexión lejos de condenar o meramente juzgar, tiene como objetivo alertar, analizar
y procurar que se le preste la debida atención como Estado, a estas
manifestaciones sociales denominados ¨teteos¨; las cuales surgen fruto de una multiplicidad
de factores, que subyacen dentro de una violencia estructural y cultural acumulada
en el tiempo y sin respuesta efectiva.
ANGEL GOMERA
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