Una primavera por la Paz
La primavera es un buen tiempo, que recibe al año con gran esplendor
de vida y belleza, en donde se conjugan sentimientos y emociones inspirados en una
naturaleza que expresa con colores y alegrías su pincelada celestial. Es decir,
pone al descubierto el alma bella de la creación, recreando y galanteándonos con
espectáculos impactantes, exuberantes y diversos, cada uno con su toque
especial y de magia sin trucos.
Todo esto lo podemos observar en el verdor reluciente de los pastizales
y de los árboles que sonríen con oxígenos de esperanza; en el florecimiento
perfecto de las flores que exhiben sus vestiduras de multicolores y aromas ; en
el revolotear romántico de las mariposas que caen rendidas de amor ante la picardía
del polen de una dulce flor; en las copiosas lluvias que se hacen más
abundantes y provechosas; en las aves que
salen de compras por plumajes nuevos y vistosos al último grito de la moda; en los
animales que se dejan ver con sus crías y en aquellos que despiertan luego de
un tiempo de hibernación.
La primavera es vitalidad y luz, es un decirle ¨hasta aquí¨ a los días
grises y fríos del invierno. Es aplaudir
cada mañana la salida de un sol que despierta más temprano en la aurora de la
vida. Por lo que esta estación nos ofrece la oportunidad del cambio y de un relanzarse
a conquistar aquellas luces que han de alumbrar el caminar. Este punto es
importante tomarlo en consideración, y es que siempre vale la pena detenerse a
rectificar, no dejando que lo inestable de las emociones nos conduzca a lugares
oscuros y a comportamientos que provocan aridez en nuestras vidas y en las de
los demás. Porque así como en esta época vemos o hablamos de tantas maravillas,
también observamos el despertar de aquellas emociones o pasiones que tienden a
llevarnos a ciertos desordenes y posturas agresivas, violentas e irritables, que causan perjuicios lamentables en el tejido
social.
Ese actuar con baja o escasa inteligencia emocional, deviene en resultados
reactivos y explosivos, donde no se mide el nivel de consecuencias, es lo que
se denomina como el síndrome de la ¨mecha
corta¨. Nuestra sociedad está viviendo ese flagelo con metástasis en la
familia, en el matrimonio, escuela, en el tránsito, en los condominios o
vecindad, en los jóvenes, en todo el orden social; por lo que requerimos
declarar y trabajar una primavera por la
paz.
Una primavera por la paz, consiste en aprovechar esta época para fortalecer la
conciencia ciudadana de que todos pertenecemos a la gran y única familia de la
humanidad, por lo que precisamos
disponernos a romper los muros de la indiferencia y del individualismo. Para
eso cada uno de manera particular debe asumir su compromiso de contribuir a
derribar esas barreras que nos dividen, y que crean tantos eventos conflictivos
y de violencia. Ese reconocimiento sincero alimentara con tus actos la convivencia
pacífica que anhelamos como sociedad.
Una primavera por la paz, es colocar en vez de la violencia y el mal vivir, la
promoción y los fundamentos de una cultura de paz, el dialogo, el respeto, la
tolerancia o la capacidad de soportar las controversias y diferencias. También
es la búsqueda del perdón y la reconciliación más allá de los prejuicios, las
exigencias previas y el orgullo.
Es necesario llegar a la urgente conclusión
personal de que ya basta de ser, o tornarnos en amenazas a la paz. Si no alimentamos la paz
interior en nada contribuiremos a la paz social, porque nadie puede dar de lo
que no tiene. Por eso el sentido de responsabilidad colectiva llama y nos
invita a la apertura, al cuidado y al amor entre unos y otros. Las generaciones
venideras esperan por nuestro sentido de historia, aprovechemos el buen vivir y
dejemos como legado para una eterna
primavera: La Paz.
Lic. Ángel Gomera
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