No
te olvides de lo principal
La
sociedad de hoy experimenta transformaciones significativas generadas por la
interacción dinámica de fuerzas políticas, sociales y económicas en constante
movimiento. Estas evoluciones son sistémicas y no lineales, pueden incidir o
afectar la forma en que pensamos, vivimos, trabajamos y nos relacionamos; es
decir impactan en todos los aspectos de la vida humana; caracterizándose estos
cambios por ser en múltiples ocasiones impredecibles y complejos.
Se
observa a modo de preocupación como la afanosa búsqueda de poder y tener, la
hegemonía de la información, la pérdida de la sensibilidad social por la prisa
tipo robots, la galopante revolución tecnológica enmarcada en un individualismo
sin humanidad, la falta de compromiso y responsabilidad ante el deber ser, crisis
en las parejas, el desempleo, la cultura de la inmediatez, del desecho y del
engaño, el hedonismo, la pornografía, el vicio y la violencia; inciden en la
vida de las personas de manera profunda, afectando muchas veces la dignidad, el
bienestar y la calidad de vida en general.
Además
de lo anterior, se puede agregar como preocupante, la imposición totalitaria de
cuestionables modelos de vida o ideologías, la pretensión de imponer la
educación que deberán recibir nuestros hijos e hijas; junto con la
desconcertante permisividad de pretender normalizar ciertas ¨acciones o
comportamientos¨ a través de legalizaciones parlamentarias consideradas impropias
y lejos de la lógica; generando todo esto, tensiones y fraccionamiento en el
ámbito de la socialización.
Este
cóctel de realidades expuestas se convierte en la mayoría de los casos en
amenazas corrosivas y peligros reales que ciernen sobre el seno familiar; por
lo que se hace necesario poner en marcha acciones preventivas orientadas a
minimizar el influjo de esos factores de riesgo y potenciar la influencia de agentes
o componentes de protección del entorno de las familias frente a esas determinadas
situaciones problemáticas.
Por
lo tanto, para poder brindar verdaderamente la protección es necesario mantener
el enfoque en lo verdaderamente valioso. Esta idea es sumamente importante, ya
que nos cuesta advertir que muchas veces descuidamos lo más grande que tenemos:
nuestra familia; por otras cosas o afanes insulsos que absorben o distraen y que
al final de cuenta hacen olvidar lo principal, que es lo que da el real sentido
a la vida.
Por
lo que, aunque tengas innumerables éxitos en tu vida, no te olvides de lo
principal. A pesar de que estés obteniendo muy buenas cosechas de ganancias
en tus negocios, no te olvides de lo principal. Si el requerimiento de
tu trabajo se hace más exigente cada día, no te olvides de lo principal. Aunque
tu vida social sea lo más “interesante” y “divertida”, no te olvides de lo
principal.
A
pesar de las actualizaciones y multifunciones que posee tu dispositivo
tecnológico, no te olvides de lo principal. Aun cuando poseas un círculo
de amistades que te celebran todo, no te olvides de lo principal. Por más
cargada que tengas tu agenda de diversos compromisos, no te olvides de lo
principal.
No obstante,
la tristeza te abate, el cansancio amilana tus fuerzas y el sufrimiento corroe
tus huesos, no te olvides de lo principal. Si alcanzaste el puesto
anhelado y eres todo una “personalidad”, no te olvides de lo principal. Si te
encuentras abrigado ante las heladas frías de la vida, fruto del confort en que
vives, no te olvides de lo principal.
Es
que tú y yo tenemos el más hermoso e inconmensurable de los tesoros, con un
valor que no conoce número que lo pueda cuantificar: la familia, invento maravilloso
y especial de Dios; Refugio de amor ante las tormentas, que fluctúa entre mareas
altas y bajas, alegrías y tristezas, temores y anhelos, vivencias y
experiencias; y que nunca dejará de ser el primer latido y faro de esperanza
del mundo.
Por
consiguiente, valorar la familia es nunca estar solo, es estar en un ambiente
de seguridad, protegido en cada tiempo y suspiro por un amor fecundo y cálido que
envuelve. Es potenciar una
socialización sana, a través de un diálogo abierto y sincero. Es evitar dilapidar
tontamente el cariño de nuestra pareja o la confianza de nuestros hijos. Es saber pedir y dar perdón; ya que perdonar
es liberar a un prisionero y descubrir que ese prisionero eras tú (Lewis B.
Smedes).
ANGEL
GOMERA
Abogado
Santo
Domingo de Guzmán
angelgomera@gmail.com