Los
colores del amor
Los colores del amor surgen
de un beso apasionado, entre el arcoíris y un cielo soleado con tatuajes de
nubes blancas en su costado. Nacen del vals de las flores y las mariposas en
medio de las llanuras tropicales. Brotan del éxtasis de las olas del mar cuando
tocan las arenas suplicantes.
Fluyen de los bríos
impetuosos de la cascada apetecible de tu boca. Manan del volcán activo que
erupciona en la inmensa biología de tu ser. Germinan de la combinación
romántica del polen de una flor con la picardía fecunda de una abeja en
primavera.
Los colores del amor salen
de versos, sentimientos y actitudes nobles, que se esparcen en el universo
infinito del alma. Florecen de aquellos abrazos que estaban perdidos y se
encuentran con pasión a mitad de aquel camino llamado reconciliación,
provocando a su vez, un estallido de fraternidad celestial. Emergen de la
silueta de tus labios pródigos, que dibujan una sonrisa que renace de lo
extinto e inédito.
Se lucen en las noches
tórridas cubiertas de estrellas y con olor agradable a café de la sierra; en
donde el cielo y sus compinches deshojan alrededor del fogón aquellas añoranzas
entre alegrías y melancolías. Y allí, la pureza navegando con destreza las
galaxias, se anida en lo más sublime de un espíritu sediento.
Los colores del amor emanan
desde la profundidad de esas pupilas decorosas que contemplan con gratitud y
devoción, el manto fino y extendido de la niebla, que se cuela con
espectacularidad y habilidad entre montañas y praderas con cabelleras verdes
exuberantes.
Se levantan del bello
amanecer que espanta la oscuridad del horizonte, con la luz angelical de
matices poéticos. Aurora ésta, que infunde belleza excelsa a la vida con la
dulce melodía de la esperanza; y que pone a deslumbrar los sentidos con
sensibilidad humana, tierna, insondable y divina.
Los colores del amor
aparecen del baúl recóndito del corazón, sirviendo de alas para poner a volar
la imaginación entre fantasía y realidad, con la misión expresa de encontrar la
felicidad.
Se nutren de una conciencia
reluciente, que brilla con fulgor desde dentro hacia afuera, despejando las
tinieblas que inquietan el buen vivir. Escurren de una sinfonía armoniosa de
buena voluntad, que se filtra con nobleza en el interior de la persona,
colmando cada espacio vital de paz y sosiego.
Los colores del amor renacen
de la decisión valiente y firme, de dejar atrás las huellas de aquel pasado
sombrío y amargo, que en nada contribuye a la edificación de tus sueños. Se
alimenta del manantial del perdón, para así regar esas áreas maltrechas por la
aridez de los resentimientos.
Su fuente es el infinito, y
se sostienen entre los dinteles de la sabiduría y la verdad perpetua.
Manifiestan una cota de heroicidad maravillosa, poniendo como opción
irrebatible la bondad, a pesar de las hostilidades y desafíos del ambiente.
Los colores del amor
proceden del huerto aclimatado de las bienaventuranzas, en donde se forman
seres con corazones de carne, dispuestos a reverdecer aquellas severas
deforestaciones de las cordilleras del alma, plantando árboles de vida buena
con tesón, paciencia, misericordia, cortesía y amabilidad, sin importar ningún
tipo de contrariedades.
Fortalecen la confianza, el
diálogo y las redes de solidaridad haciendo el mundo más respirable. Restaura
relaciones, sentidos y significados más allá de las tormentas. Alientan la
capacidad de entendernos y amarnos entre unos y otros. Los colores del amor le
dan sentido a la existencia.
ANGEL
GOMERA
Wao, no conocía esa faceta poética tuya. Precioso!
ResponderEliminarMuy hermoso el escrito!
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