martes, 31 de marzo de 2020

No perdamos la esperanza. ¡Esto pasará!

No perdamos la esperanza. ¡Esto pasará!



La humanidad se encuentra en un momento de desequilibrio como no lo esperábamos, no solo en el orden social o económico, sino también en todo lo cotidiano. Todo se ha detenido, ya no tenemos aquella agenda desbordada con tantos afanes. Esa prisa con que vivíamos hace unos días, se ha encontrado con una luz roja inusual, severa y violenta, que nos ha obligado hacer un stop en la carrera con que llevamos la vida. Nos ha llegado una poderosa y famosa tormenta llamada coronavirus que ha cubierto la tierra por completo y nos ha puesto de rodillas a todos, sin importar los niveles de riquezas o cuán poderosos sean los países. Solamente llegó. ¿De dónde? No lo sabemos; lo real es que esta aquí y nos ha cambiado el ritmo de la vida. Este enemigo tan microscópico se ha constituido en un adversario desafiante, que ha desnudado de par en par, lo vulnerables o frágiles que como seres humanos somos, sin importar condición social, económica, color, credo o nación.  Y la gran verdad, es que, a pesar de tantos avances, no estábamos preparados, nos ha tomado por sorpresa.
Una densa neblina de incertidumbre cubre las naciones; se ha tocado el botón de pánico en diferentes regiones; ventarrones de inseguridades amenazan con llevarse nuestros propósitos, planes, sueños, vidas estables y sosiegos; también inundaciones de inseguridades se han colado en los pensamientos de poblaciones que no saben que comerán, que pasará con sus empleos, como pagarán las casas, hasta cuándo podremos soportar, entre otras realidades crudas; es decir, que de no encauzarnos como humanidad sin excepción, en tomar las medidas correspondientes, podemos encaminarnos de ser una crisis sanitaria hacia la conjugación de una crisis humanitaria de graves efectos.
Asimismo observamos también,  actitudes que nublan la razón, cuando algunos quieren hacer de esta pandemia una crisis de la información, transmitiendo mensajes barnizado por lo falso y muy lejano de lo verdaderamente humano; su preocupación es ser influencers, sin importar que se degrade la dignidad humana hasta la más mínima expresión, o sin considerar las consecuencias terribles de confusión u oscuridad que pueden acarrear sus mentiras sacadas del mismo averno, solo por querer satisfacer egos e intereses. Incluso en este grupo, caen también aquellos que lo han cogido a chistes o con morbidez esta enfermedad, convirtiéndose en indiferentes ante este drama humano, a lo mejor confundido por la expresión popular ¨que a mal tiempo buena cara¨; pero Dios mío, que corazón es capaz de no comprender o querer desconocer esta lluvia de lágrimas que fluyen desde los distintos puntos cardinales ante tanto sufrimientos y desesperación, y entonces hacer de estas, un relajo mayúsculo. Por Dios no, así no.
Mientras otros que se han sentado en las altas cumbres de las redes sociales a solo rendir tributo a la crítica fácil, sin detenerse a reflexionar a que estas solo conducen al caos.
Pero bien, ya está bueno de describir tantos escenarios sombríos, que por más complejos que se vean o se vivan, no impedirán el renacer potente de la esperanza. Así lo creo y así lo pongo de manifiesto, esto pasará y nos levantaremos juntos como pueblo, dispuestos a contar cada rayo que destella el sol que se alza en la aurora. Poniendo a sonreír tus labios en una eterna y reluciente primavera de amor.
Es que mientras estamos viviendo esta cuarentena, es de dicha observar, tantos destellos positivos de esperanza, convertida en una avalancha de actos de bondad, que crecen como la verdolaga en el campo, reverdeciendo de solidaridad y de bien las praderas de este mundo terrenal. Unos atienden a los enfermos sin límites y sin pretender ser tendencias; otros salen a brindarnos seguridad; hay quienes dan de lo poco que tienen, otros de lo mucho que poseen, pero esta vez unidos en un mismo sentir que es ayudar a mi prójimo, sin nada a cambio;  redes de voluntarios se ha creados para llevar de comer o atender a seres humanos vulnerables; ver tantos que se han dedicado a elaborar mascarillas desde sus hogares; mientras muchos despiertan cada mañana transmitiendo mensajes de aliento y de fortaleza; unos cantan el himno de la alegría, otros tocan el violín de la resiliencia; se escuchan aplausos por doquier, en favor del verdadero sentido de la vida, que es amar;  unos han colocado los intereses colectivos por encima de sus intereses personales, dispuestos firmemente a procurar mejores soluciones.
Tenemos muchas casas convertidas ya, en verdaderos hogares, se ven, se hablan, se escuchan, se encuentran, comparten, y los álbumes de fotos han vuelto a tomar vida; se besan, abrazan y ríen a carcajadas con cuentos y anécdotas, han hecho del ¨Quédate en casa¨ una oportunidad de redescubrir y encontrar todo aquello que se había perdido.
Otros, desde el horizonte de la fe, elevan oraciones que se esparcen como polen de esperanza en el mundo; hay quienes han aprovechado este aislamiento para trabajarse a si mismo, señal de reconocimiento valiente, de que muchas cosas deben ser cambiadas, para así florecer una nueva persona.
Han florecido las ideas creativas desde los hogares, que buscan impedir que se pregone el aburrimiento en este aislamiento social.
De igual manera, vemos como ha bajado los niveles de contaminación de la tierra, pudiendo respirar ella misma su propio oxigeno; ríos se tornan cristalinos, playas muestran la intimidad de sus arenas y el retozar de sus peces; animales diversos visitan nuestras calles y casas, sin temor a maltratos.
Los conflictos bélicos en el mundo han disminuido en estos días de la pandemia, mientras crece las ansias de intentar alcanzar acuerdos más pacíficos; surge el ánimo de cooperación entre las naciones, la búsqueda del bien común, y renace una sensibilidad creciente por los más pobres y vulnerables.
Algo muy interesante, es que el valor del ser humano se ha colocado en el centro de nuestras miradas. La vida y la dignidad humana es lo que importa más allá de todo lo superficial. Por lo que el pensamiento que recorre en todos los hombres de buena voluntad en este instante es un ideal basado en el bienestar humano y la transformación de un mundo mejor y justo.
Siento que estamos sintonizado en poner fin a la pobreza, en odiar menos y perdonar más, en lograr un servicio de salud más asequible y humano; en tener una educación de más calidad y abierta a la sensibilidad social; en ser menos autosuficientes  y más humildes; en agenciarnos energía más asequible y no contaminante; en confrontar menos y unirnos más; en generación de trabajos más decentes; en ser más abiertos a lo trascendente; en alcanzar un crecimiento económico con mayor y mejor distribución; en esforzarnos a la reducción de las desigualdades; en edificar ciudades sostenibles y con sentido de pertenencia;  en promover el respeto a la vida más que en el quitar vidas; en producir y consumir de manera responsable; en lograr la construcción de una conciencia en favor del medio ambiente y los recursos naturales; en fin, en ser más sanos, para así tener una tierra más sana.
Creo, sin lugar a duda, que esta crisis es la oportunidad que esperábamos, para despertar aquellas cosas buenas que estaban dormidas. Ser emprendedores del bien en la construcción de nuestros sueños.
Este tiempo es el indicado para izar en lo más alto de nuestros corazones la bandera de la esperanza; y no tener miedos, más bien dejarlo atrás como sombras, en la medida que caminemos con gallardía y templanza hacia la superación. Por lo que no perdamos la esperanza, juntos venceremos.

Ángel Gomera 

miércoles, 25 de marzo de 2020

Quédate en casa


Es búnker de protección y esperanza de aquellos ciudadanos valientes y disciplinados, dispuestos a resistir con el arrojo de la humildad y la fe, el ataque despiadado de un adversario microscópico que busca aniquilar a toda una humanidad.
Quédate en casa
Es el sentir impotente de héroes anónimos que, con las armas del amor y la vocación, lo están dando todo, pero no dan abastos, ante la imponente cadena de contagiados que les llega en avalancha, procurando estos, alcanzar un soplo de oxígeno que le vuelva a la vida.  
Quédate en casa
Es un aplauso colectivo con las manos agradecidas del corazón para ese personal de salud que no se rinde ni por un segundo ante esta pandemia, poniendo en riesgos sus propias vidas por salvar otras.
Quédate en casa
Es un llamado a la conciencia para aquellos en cuyo diccionario la expresión ¨toque de queda¨ significa por su modo de asumirlo como  el ¨ carnaval de los inmortales´, ya que para ellos, salir a las calles a pesar de todas las advertencias y restricciones de las autoridades es un puro invento que persigue molestar, dañar y tratar de impedir toda posibilidad de diversión y francachela. Además, por que no salir si son protagonistas en la película de ficción que se está proyectando en el cine de su irracionalidad rebelde, y por ello entienden que son inmunes y nada le puede pasar.
Quédate en casa
Es pensar en el bien común a pesar de los sacrificios personales que conlleva. Por lo que esta actitud representa no tan solo situarse en lo cómodo en que estoy, o sencillamente en la expresión, no me hace  falta nada; si no mas bien, es despertar en tu ser, todo lo bueno que habita en ti para ofrecerlo por aquellos que les falta todo y luchan por sobrevivir día a día.
Quédate en casa
Es una aptitud altruista y responsable de cuidarse a sí mismo y sobre todo a los demás, que da sentido a la vida, regocija y trae beneficios para un alma cuya meta es alcanzar el bienestar eterno.
Quédate en casa
Es darse un abrazo de luz y unidad que disipe todas las tinieblas del miedo que envuelve el mundo en este periodo de prueba y frustración.
Quédate en casa
Es sentarnos en familia alrededor de la mesa como brotes de olivo, como hacía tiempo que no lo hacíamos. Y así con nuestra presencia primaveral, reverdecer aquellas llanuras en el hogar, las cuales se encontraban marchitas por tus ausencias desequilibradas.
Quédate en casa
Es darnos cuenta como padres, que los centros educativos no sustituyen nuestros roles o responsabilidades que tenemos con nuestros hijos; por lo que debemos decirnos: basta ya de renunciar al gran compromiso divino de fomentar en ellos los valores, principios y civismo que se requiere para un mundo mejor. Esta suspensión de clases debe ser una sacudida a las familias, para que despertemos y veamos la necesidad de prodigarles el tiempo que necesitan estos. Hagamos de este ejercicio una rutina agradable que crea una atmósfera de confianza, compenetración y de sentido de familia.
Quédate en casa
Es ofrendar un homenaje de silencio y solidaridad por todos los seres humanos caídos ante la embestida de los síntomas y estragos del coronavirus. Pero también es un gesto de acompañar en el dolor a sus familiares, por tales pérdidas irreparables.
Quédate en casa
Es un suspiro que al llegar al aire se convierte en oración, por esos hermanos y hermanas que están padeciendo el sufrimiento de esta pandemia; que esta plegaria de compasión surta el efecto de darles fortaleza, coraje, paciencia y esperanza.
Quédate en casa
Es sentarse en el balcón o la galería de la casa, y meditar acerca de lo esencial de un buen vivir con los vecinos. Este aislamiento constituye un espacio de tiempo de armonía y conversión para luego salir con firmeza a derrumbar esos muros que obstaculicen el forjar buenas relaciones y ser entes constructores de paz.
Quédate en casa
Es una lección que nos debe motivar al cambio de esa vida sin contenido y superficial que llevábamos, por una vida mas profunda y sustancial, que describa el significado de la felicidad verdadera que permanece para siempre.
Quédate en casa
Es prepararnos a vencer los desafíos que nos trajo esta pandemia con nuevas decisiones y formas diferentes de pensar a las de antes. Ya que seria pura utopía hablar de volver a la normalidad, aquí urge entender que nada será igual; más, sí podemos examinar la posibilidad de ser mejores seres humanos en los diferentes roles o ambientes en que no desenvolvemos. Superarnos es el reto. Construir nuevas visiones más justas y humanas es el renacer que espera de cada uno la humanidad.
Quédate en casa
Es dejar atrás la tendencia relativista de abandonar o desechar a los adultos mayores o ancianos, porque creerlos débiles o cargas; y retomar desde ya, el valor que representan para nuestras familias, construyendo con ellos alianzas de amor, que posibilite el aprovechar sus experiencias y que dimensione el gran valor humano que encarnan para el mundo. Demostrar el amor significa que cada Estado le garantice el acceso en cuanto a los servicios básicos. Demostrar nuestro amor es no ser indiferentes, y reconocer que lo que siembres como joven hoy, lo cosecharas mañana como anciano.
Quédate en casa
Es reconocer que priorizar el acceso al sistema de salud no es un lujo, es un soberano derecho humano; es una apremiante necesidad humana sin posibilidad de escarceo ni coyunturas. Un país enfermo no se desarrolla ni progresa; un país que garantiza la salud avanza. 
Quédate en casa
Es una oportunidad de aprender de los errores que hemos cometidos; tratando de no repetirlos, haciendo uso del bálsamo del perdón que cura cualquier herida, que saca piedras de la mochila que se encuentra en tu espalda, aligerando tu caminar y así empezar de nuevo.
Quédate en casa
Es ser ejemplo en el gran océano de la vida, sin recurrir a lo escandaloso, ni mucho menos dañar para crecer o alcanzar ese éxito que no resulta como tal; ya que el éxito no justifica el naufragio o fracaso de los que están a tu lado.
Quédate en casa
Es dialogar en tu matrimonio resistiéndote a los pleitos ruidosos que entretienen a los vecinos. Es mirarse a los ojos y redescubrir el color intenso del amor que profesan esas pupilas. Es bailar un bolero romántico bajo la expectación jubilosa de tus hijos. Es llevar una cucharadita de comida a la boca de tu amado o amada, alimentando un amor que permanecerá más allá de las vicisitudes. Es un espacio para recuperar aquellos detalles que se han perdido en la relación, los cuales producen la magia de un enamorarnos sin cansancio. Es encauzarnos en que amar es una decisión, y que para demostrarlo no se necesita de maltratos físicos ni psicológicos, ni tampoco palabras groseras; mas bien espera de ti, un beso dulce que sane lo amargo, un abrazo que cubra de cualquier frío, una palabra romántica que se acomode en el oído y refresque el corazón, un te amo que fortalezca un amor para toda la vida.
Quédate en casa
Es dejar respirar el planeta tierra para que no sucumba ante una ambición vil y sin corazón que lo asfixia con un calentamiento global sin límites. Es sanar el medio ambiente para que la vida no se vuelva a detener.  Es reconocer que lo humano, la ciencia, la naturaleza esta por encima de los intereses económicos. Es saber que obtener más conocimiento es tener más humildad y debe estar al servicio de la humanidad.
Quédate en casa
Es hacernos el firme propósito cada uno de trabajar en los temas pendientes; y marcado por el optimismo, nos levantemos como nación mucho más fuerte, unida, con una mirada de fe que traspase el horizonte, con el blindaje del amor para que ninguna incertidumbre y miedo detenga nuestras vidas, con el aprendizaje pleno de que la esperanza nunca muere y con una reverencia eterna hacia el Altísimo.
Quédate en casa no como señal de derrota, ni de ser un fracasado; sino más bien, como el espacio de preparación donde un guerrero  como tú, se despoja del lastre que le estorba, para triunfar en la carrera de la vida. 
¡Convéncete! tú eres ese guerrero que necesita el mundo para vencer, por favor ¡Quédate en casa!  


Ángel Gomera

lunes, 23 de marzo de 2020

La paz llegará

La Paz llegará

Si sonríes a cada amanecer, con los labios de un corazón dispuesto a latir por los demás; la paz llegará.
Si aplaudes con gratitud cada gesto de solidaridad, entrega y sacrificio que otros hacen por ti; la paz llegará.
Si te levantaste aceptando lo que los demás expresan, a pesar de que no coincide con lo que tu crees; la paz llegará.
Si acoges con humildad y responsabilidad las orientaciones que te brindan de cara a proteger tu vida y la de los tuyos; la paz llegará.
Si no eres indiferente ante el que sufre, y te moviliza con hechos que procuren dar soluciones sin pretender etiquetas de heroicidad; la paz llegará.
Si en vez de echar culpas a todos de tus problemas, te encargas de agradecer el calor que otros prodigan; la paz llegará.
Si tomas medidas preventivas ante el virus microscópico del egoísmo y el odio, y ves la fuerza del amor como el antídoto para un mundo mejor; la paz llegará.
Si más allá de halagar la belleza natural de la tierra, te dedicas a cuidar y preservar el medio ambiente, pensando en quienes te rodean; la paz llegará.
Si en medio de la epidemia, elevas una oración al Altísimo, destacando a tu hermano que la padece; la paz llegará.
Si aprovechas el suspiro de este instante y perdonas a ese alguien sin cortapisas; la paz llegará.
Si cuidas tu casa interior de los spams que marchitan los buenos sentimientos; la paz llegará.
Si eres fermento de esperanza ante la desesperación de un caminar sin horizontes; la paz llegará.
Si practicas el buen vivir como filosofía de vida, a pesar del desaliento que otros causan en ti por su mal vivir; la paz llegará.
Si te lanzas a restaurar la fe en tus sueños, evitando tirar la toalla ante los avatares del destino; la paz llegará.
Si detienes el vehículo de la prisa con que llevas la vida, y te das tiempo para cultivar y valorar esos pequeños detalles que abren las ventanas de la felicidad; la paz llegará.
Si consideras que tus egos y soberbias son pérdidas de tiempo, entonces andas en el camino correcto, no mires hacia atrás; la paz llegará.
Si pintas con tu ejemplo, el cuadro más sublime de la honestidad en tu proceder; la paz llegará.
Si los versos de tu poesía son bienaventuranzas en el evangelio de tu diario vivir; la paz llegará.
Si cantas cada mañana el himno de alegría, tu hogar florecerá, cuan si fuese un jardín de aptitudes positivas; la paz llegará.
Si alimentas tu conocimiento para tener mucho más humanidad, la paz llegará.
Si sacas tiempo para meditar y así conquistar con la luz del reconocimiento, aquellas partes del alma que se han perdido en la oscuridad; la paz llegará.
Si ejerce tu libertad evitando caer en los excesos del desenfreno de la conciencia; la paz llegará.
La paz llegará, es un eco que dulcifica el alma del planeta; es un baile de amor eterno; es una constante que nutre el corazón de esperanza; es una aroma de café en una mañana lluviosa; es un espectáculo de fuegos artificiales en el cielo abierto de una vida agradecida; es un caminar donde cada huella, la dejas tú; es un despertar con ilusiones; es el acorde de una guitarra que suena en el silencio de una noche eterna;  es un beso tierno en la frente de las angustias; es un aplauso firme a las buenas decisiones; es sensación sin escándalos; es cuarentena sin aburrimiento; es una serenata de amor sin toque de queda; Es el maná celestial de los desheredados del pan; Es la parábola del sembrador en tierra fértil; es la felicidad de un jabón de ¨cuaba¨ en una pandemia; es el 911 ante un alma febril e inquieta por falta de oxígeno; Es descubrir que con tu familia no estas solo; es navegar con brújula en el océano amplio de tus propósitos; Es saber sin titubeos que la calma llegará, porque alguien a quién le creo dijo:¨ La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. ¨
En fin, no tengas miedo, la paz llegará.

Ángel Gomera 

martes, 17 de marzo de 2020

Lo oportuno de un te amo

Lo oportuno de un te amo

Fue aquel martes que participando juntos a otros padres en un taller sobre la afectividad en la familia, el cual se impartía en el salón de Rollos, de Casa San Pablo, se nos hizo la siguiente pregunta a todos cuantos estábamos viviendo dicho proceso formativo: ¿Cuándo fue la última vez que tu padre o tu madre, te dijo te amo o te quiero?
De inmediato comencé a realizar dicho ejercicio mental, procurando encontrar esa respuesta en la profundidad de mi interior; primero pensé en mi madre y me conteste así mismo, las tantas veces que de manera regular me expresa en lo largo de las diferentes etapas de mi vida, tan hermosas expresiones; y luego pase a mi padre, ya fallecido, y entonces no pude recordar cuando fue la última vez, que me dijo te amo o te quiero hijo. Al concluir dicho taller procedí a trasladarme al vehículo junto a mi esposa, y ahí lloré copiosamente y con hipidos, a pesar de haber transcurrido tantos años en mi vida.
Al referirme a lo anterior, no pongo de manifiesto con este escrito de que mi padre no me amaba, de ninguna manera, pero a lo mejor reflexionando en este momento,  supongo que él creía que lo que hacía eran más importante que las palabras; o es posible que en su niñez nunca escuchó esas expresiones por el tipo de crianza que recibió, y fruto de eso replicaba ese tipo de comportamiento hacia los demás; o es posible que en su interior existía obstáculos tan poderosos que impedía manifestarlas; o quizás no le concedía el valor suficiente o apremiante de pronunciarlas en razón de que entendía que su hijo simplemente lo sabía; o sencillamente se encerró  en que él era así y no tiene por qué cambiar;  o nunca pudo o quiso accesar a talleres, charlas o cursos que le sensibilizara sobre la importancia de la afectividad en el ambiente familiar; entre otras suposiciones.
Pero la verdad, es que al no recordar esa expresión sentí una necesidad de escucharla en lo más insondable de mi alma, que transformó ese breve espacio de tiempo en una nube de tristeza con sentimientos encontrados; pero desde luego no me empantané en ese ayer, sino más bien, me lancé a trabajar decididamente en llenar ese vacío en mi corazón con la ayuda que viene de Dios, llegando a la conclusión de que otros no puede pagar por una deficiencia de mi pasado; para tales fines me propuse de ese instante perdonar a mi padre y perdonarme a mí; de estar vivo hubiese corrido hacia el a darle un fuerte abrazo, de aquellos que unen todas esas partes rotas, gritándole  a su vez, de manera jubilosa ¡te amo papá!.
Como no está, aprovecho estas gotas de tiempo para susurrarle te amo y abrazarle de manera póstuma, mientras mis lágrimas se deslizan por mi rostro, cual, si fuese un manantial de aguas tranquilas, pero indicando a la vez la paz que se hace eco en mi ser.
Para no repetir este tipo de experiencia, me he propuesto como misión, darle sentido a cada suspiro de mi existir pregonando en mi familia un te amo, hasta el punto que el mismo  se ha constituido en un gesto o rito de amor cada noche al concluir en familia las oraciones, por ejemplo, nos damos un beso con las bendiciones correspondientes, diciéndonos entre unos y otros ¡te amo! 
Es que es importante  entender, si hemos sido victimizado en el pasado, es tiempo justamente de afrontarlo con aptitudes positivas, que muestren un cambio que marque la diferencia para bien.
San Juan Pablo II, nos dice que la familia: ¨es la primera y más importante escuela de amor. La grandeza y la responsabilidad de la familia están en ser la primera comunidad de vida y amor, el primer ambiente en donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios".
Expresarnos en familia, un te amo es muy importante, pero claro está, no basta pronunciarlo, hay que también demostrarlo cada día dándole vida.
Hay que cultivar ese amor diariamente, regándolo cuan si fuese una planta en el huerto de tu hogar, para que no se seque, crezca sana y fuerte, porque la principal misión de la familia es edificarnos mutuamente en el amor.
El amor constituye el  mejor regalo que podemos dar a nuestros hijos; y esto puede suceder,  cuando observan y experimentan en sus padres: un amor incondicional, un beso, un abrazo, escucharles cuando lo necesitan, apoyarles en sus sueños y proyectos, levantarles cuando sufren caídas, consolarles y comprenderles cuando en sus caras vemos surcos de tristezas, hacerles felices con las cosas pequeñas, un te amo como eres, un te amo porque eres un hermoso y valioso regalo de Dios, porque eres importante en mi vida, un te amo a pesar de tus errores y defectos. Esto es un ejercicio de humildad reconocer que no son perfectos, quizás no siempre actúan como quisiéramos, pero lo cierto es que la familia siempre va a estar allí. Por eso, hay que recordarles siempre lo mucho que los amamos.
Es que ¨yo te amo¨ es la forma más hermosa de comunicarle a una persona el amor que sentimos por ella. Te amo es comprender que tengo la capacidad de amar, y que, al hacerlo, todo a mi alrededor cobra sentido. Es fomentar una atmósfera de confianza, dialogo, seguridad, protección y fidelidad familiar.
No olviden padres, que con lo material amueblamos el exterior de nuestros hijos, y con el amor amueblamos su interior, el cual permanece para siempre.
Anda ve y dile te amo a ese alguien en tu familia, al cual no se lo ha dicho o tienes mucho tiempo que no se lo expresas; recordar siempre no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Este es el momento oportuno de decir: Yo te amo.



Ángel Gomera 

sábado, 14 de marzo de 2020

La mediación ante los conflictos ambientales


La mediación ante los conflictos ambientales

La convivencia e interacción del ser humano en la sociedad, es natural que degenere en situaciones de controversias o conflictos. Y estos, pueden ser abordados oportunamente mediante el diseño, implementación y monitoreo de políticas públicas, destinados a incorporar mecanismos alternos de resolución de conflictos, para que dichos conflictos no se conviertan en situaciones más complejas y lamentables.
Es por ello que sujeto a estas nuevas dinámicas utilizadas para el manejo, resolución y transformación de los conflictos, en sus múltiples ámbitos, ya sea familiar, comunitario, escolar, laboral, entre otros; se utilizan como instrumentos eficaces y eficientes: la mediación, conciliación, negociación y el arbitraje, con la finalidad de fortalecer la capacidad de dialogo de la ciudadanía, garantizar mejor acceso a la justicia, la construcción de la paz, y todo esto en consonancia con la misión de desarrollar un estado social y democrático de derecho.
En esta dinámica del conflicto en los diferentes ambientes de socialización del ser humano y su entorno, no podemos obviar los conflictos ambientales, los cuales surgen en la medida que un individuo o grupos de individuos ocasionan heridas al medio ambiente, contaminando o dañándole, sin el mínimo reparo de observar, reflexionar o detener su actuación, dado el hecho de que está impactando de manera negativa la vida de los demás, creando un desequilibrio ambiental y afectando el bienestar colectivo en violación al amplio catálogo de derechos humanos y fundamentales plasmados en la Constitución, los tratados internacionales y las leyes.
Estos conflictos revisten de gran significación, ya que deben ser considerados en la toma de decisiones que implican al medio ambiente y los recursos naturales. Y es que causa suma preocupación observar que fruto de la soberana irresponsabilidad del ser humano, se tornan cada día más graves los conflictos ambientales en la tierra por el uso irracional de los recursos naturales que son sobreexplotados de manera despiadada, lacerando profundamente la biodiversidad y alterando el ecosistema. Agregamos además que surgen por la distribución desigual de las rentabilidades y sus efectos; también los conflictos ambientales son considerados una expresión cruda de la democracia, en la que los más vulnerables reclaman que su voz se hagan eco en el acceso a la justicia.
De ahí es que, es bueno destacar que la misión de todo sistema de justicia es la de proporcionar soluciones institucionales a las partes en conflictos para alcanzar una vida en armonía en la sociedad, con el debido respeto a la dignidad humana; procurando evitar que cada uno, tome o asuma acciones para hacerse ¨justicia¨ por su propio medio.  
De hecho, cuando los actores sociales y comunitarios luchan por la justicia ambiental trabajan también a favor de una economía más sostenible y por una cultura de paz en favor de la conservación de su entorno y del planeta. De lo anterior deriva que la tarea de dar respuesta efectiva y participación a las comunidades con sus expresiones organizadas, debe ser una prioridad.
Es por ello, que los Estados según Resolución de la Asamblea General de la ONU A/RES/45/94: ¨deben tomar medidas concretas y progresivas, individualmente y en cooperación con otros, para desarrollar, implementar y mantener marcos adecuados para habilitar todos los componentes necesarios para un ambiente saludable y sostenible, que abarque todas las partes del mundo natural¨.
En República Dominicana, el derecho a un medio ambiente sano debe ser garantizado o tutelado por el Estado. Y toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado.
Un medio ambiente adecuado se considera una condición previa para la realización de otros derechos humanos, incluidos los derechos a la vida, la alimentación, la salud y un nivel de vida de calidad. Es que el medio ambiente es un bien universal en el que todos los seres humanos debemos constituirnos en defensores y protectores de este. Es en ese sentido que deberíamos ser capaces de vivir en un ambiente propicio para nuestra salud y bienestar.
Por lo tanto, si nos centráramos en esta visión colectiva y de conciencia medioambiental, entonces no encontraríamos conflictos que deberíamos resolver o solucionar, pues al parecer tuviéramos un fin común que estaría por encima de los intereses particulares, y obraríamos sujetos a evitar conflictos que violenten el fin de cuidar el medio ambiente que nos sustenta y hace posible nuestra sobrevivencia;  pero lamentablemente como en cualquier otra área en donde se desenvuelve el ser humano, el conflicto existe, pues es consustancial a la naturaleza humana, negarlo sería ser obtuso y nos convertiríamos en sujetos vulnerables ante la telaraña del conflicto y sus consecuencias.
De lo antes expuesto, se hace impostergable en el contexto dominicano, recurrir a la implementación, promoción y aplicación de la mediación ante los conflictos ambientales, como técnica o herramienta que procura la salvaguarda de los intereses de las partes envueltas en conflicto. Es que, se hace necesario afrontar los procesos decisivos que conciernen al ambiente asumiendo un nuevo estilo de vida; es decir tratando de superarlos teniendo en consideración un objetivo de interés superior, o sea la protección, reconocimiento y valoración del medio ambiente con todos sus componentes.
Por lo que resulta ser una debilidad institucional actual, el no poner en práctica o en uso esta importante herramienta para los conflictos ambientales, donde claramente se delimitan: por un lado, el bien que se quiere proteger y la situación conflictiva que se genera cuando dicha protección se pone en riesgo.
En consecuencia, la mediación es como un ejercicio temprano o abordaje oportuno en la escalada del conflicto, ya que transforma las relaciones, evitando que éste avance y se produzcan impactos dramáticos en el medio ambiente y las partes involucradas, además del deterioro emocional y las pérdidas económicas considerables.
Su uso debe ser previo a la decisión de la autoridad, porque da oportunidades a las partes de no embarcarse en un proceso judicial largo, complejo, evitando así, que una de las partes pretenda imponer a la otra su criterio o simplemente anular la decisión sin solucionar realmente la controversia de fondo. De ahí es que resulta ser una novedad en cuanto a la forma de tomar las decisiones ambientales; ya que las mismas parten de posturas más proactivas y cooperativas que coadyuvan a reducir los problemas y evitar el impacto ambiental. Permitiendo a las partes envueltas en la disputa, proponer soluciones en común acuerdo.
Finalmente poner en funcionamiento la figura del mediador en materia de los conflictos ambientales, es un reto esperanzador que debemos asumir como país. Urge detenernos a escuchar el grito de sufrimiento que balbucea la tierra. Es tiempo de dialogar por el medio ambiente y los recursos naturales.
¨Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha¨, Víctor Hugo.

Ángel Gomera