martes, 26 de marzo de 2019

Impulsemos los espacios de Diálogo o de Prácticas Restaurativas

Impulsemos los Espacios de diálogo o de prácticas restaurativas

La naturaleza del ser humano es vivir en comunidad, compartiendo espacios con sus semejantes, es en ese sentido que Aristóteles muy bien afirmaba “El ser humano es un ser social”.
Reconocer lo planteado por dicho filósofo griego, es asumir la capacidad y el compromiso que tenemos cada uno de nosotros en lograr el establecimiento de una convivencia pacífica y armoniosa en la sociedad. Esto siempre ha de ser un desafío latente para el estado, ya que la convivencia siempre ha de generar inevitablemente controversias, disputas, divergencias de criterios, intereses discordantes, diferencias, roces y diversas apreciaciones. Y es que, el conflicto es inherente a la sociedad, constituye un aspecto que es consustancial a los seres humanos. Este puede derivar en la actualidad, por  múltiples razones que pueden estar vinculadas al crecimiento demográfico, incremento desproporcionado de poblaciones vulnerables en las grandes ciudades, cultura del consumismo, el auge o avance de las TICs, la capacidad de recursos desde la ilegalidad, aumento del tráfico de servicios y negocios, deficiencia o ausencia de los servicios básicos, el desempleo, la cultura del individualismo, entre otros factores que pueden conllevar  a incrementar los niveles de violencia y conflictividad en los diferentes ámbitos de socialización (vecindad, familia, escuela, laboral, etc.). Todo esto lo podemos observar tristemente, en diferentes acontecimientos o casos lamentables de muertes por un parqueo en condominios, por un leve siniestro vial sin importancia, por echarle la basura a la vecina, discusiones agrias por un ladrido de un perro, rompimiento de relaciones por no saber encauzar como padres, una pelea entre muchachos, agresiones físicas y verbales por no colocar la ficha que quería el frente en un juego de dominó; en fin, por diversas situaciones menores, que debido a una desafiante convivencia, asociada a la cultura del litigio o del pleito, a la falta de mecanismos efectivos para gestión, resolución y transformación de los conflictos, nos encontramos con un panorama de congestionamiento del sistema judicial y penitenciario, más el aumento de desgracias que pudieran haberse evitado mediante la implementación y abordaje de estrategias oportunas, como la que a continuación quiero referirme: Los Espacios de Dialogo o Espacios de Practicas Restaurativas.
Días atrás nos comentaba una señora líder comunitaria de un sector capitalino, en una reunión que participaba con líderes sociales y comunitarios de la parte Norte del Distrito Nacional, en representación del Sistema Nacional de Resolución de Conflictos del Ministerio Publico, acerca de su experiencia de vida, al momento de mudarse en un sector barrial de la ciudad. Nos refería dicha líder que encontró en la vecindad muchos problemas y divisiones por chismes y desacuerdos entre vecinos, que lastimaba con crudeza la armonía y convivencia pacífica que debía reinar en aquel lugar. Es que como bien expresa John Ruskin “De la rivalidad no puede salir nada hermoso y del orgullo nada noble”. Por lo que, ante este ambiente tan pesado, de mal vivir y de cero dialogo, se inventó de manera genial y resolutiva, los miércoles una tarde de té con solo la presencia de mujeres, con un solo punto en la agenda: hablar de todo y compartir. Los primeros encuentros se caracterizaron con una débil convocatoria, solo algunas asistían; pero su perseverancia y su vocación hizo posible en los sucesivos días, el concretizar su sueño de lograr tener una considerable presencia de las vecinas, dejando atrás esos resentimientos, diferencias e intereses que les dividían, rompiendo los muros entre estas, y edificando puentes de entendimiento, tolerancia y reconciliación,  por lo que esta dinámica integradora y participativa posibilitó restaurar las relaciones, sin tener que esperar soluciones mágicas desde ninguna dependencia estatal. Este proceso también arrastró por curiosidad a los hombres quienes se integraron junto a sus esposas, convirtiendo dicho espacio en un ambiente comunitario de diálogo, en donde se compartían y exponían sus conflictos, logrando un acercamiento de posturas, escuchándose unos y otros, analizando entre ellos las diversas realidades, dentro de un equilibrio de poder y avivando con una creatividad asombrosa la recuperación o restauración de la confianza, partiendo de un ejercicio voluntario y responsable ante sus hechos. Y es que debemos apostar por la acción, educando por la paz, con la construcción de un ciudadano mas activo en la búsqueda de la paz, labor que es de todos y de todas.
Finalmente nos relató que luego de haber desarrollado esos esfuerzos, consiguió formar la junta de vecinos en ese sector y una asociación en favor de la comunidad.
Este hecho de vida nos ilustra formidablemente en como se hace posible alcanzar herramientas que nos ayuden a convivir con el que tenemos a nuestro lado. También nos anima a la consecución de alternativas para resolver y transformar los conflictos y que estos no muten de manera cancerosa en violencia.
Por lo que partiendo de lo anterior, urge en nuestro país, propiciar como políticas públicas, el impulso y el establecimiento de Espacios de Dialogo o Espacios de Practicas Restaurativas en las diferentes comunidades, ya que las mismas son herramientas efectivas y eficaces encaminadas a fortalecer a la comunidad, reforzar los vínculos afectivos y empáticos entre sus miembros mediante la gestión, resolución y transformación  apropiada de los conflictos, de tal manera que la persona que ofende asuma su responsabilidad ante el hecho y el ofendido pueda ser escuchado y sentirse reparado. Aquí se asume el conflicto como una oportunidad para el aprendizaje, a través de una participación en la toma de decisiones y genera personas comprometidas hacia la búsqueda del cambio.
El psicólogo estadounidense Abraham Maslow, dice “Si tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo”. Es por lo que se hace necesario que la ciudadanía disponga de herramientas mas creativas y accesibles que tiendan a rechazar toda actitud violenta, procurando así, un mundo más justo y humano. Disponer de espacios de prácticas restaurativas para las comunidades, es un faro que ilumina el sendero hacia la paz, la cual anhelamos como seres humanos. ¡Es tiempo de dialogar!
Ángel Gomera 

sábado, 16 de marzo de 2019

Los ríos mueren de sed



Los ríos están muriendo de sed y no tienen cómo comprar una botella de agua, porque “Don Dinero” ha quebrado sus recursos, deforestado sus cauces, ha sacado sus arenas degradándolos salvajemente, ha contaminado  su vientre maternal, lo ha secado con el suape de una ambición vil. 
Ángel Gomera 

martes, 5 de marzo de 2019

Espera de ti


Espera de ti



Este tiempo trae consigo retos y desafíos de alta prioridad en materia de medio ambiente para el mundo en que vivimos; es que el mal uso de los recursos naturales, una ambición sin límites y de cuestionable sensibilidad humana, la ausencia de la consciencia, una sobre explotación de las especies, que ocasiona la pérdida del hábitat y ecosistemas, deterioros progresivos de  bosques y selvas tropicales, la liberación descontrolada de toneladas de dióxido de carbono en nuestra atmósfera, calentando a sobremanera nuestro planeta e incidiendo en el cambio climático; representan problemas profundos que no podemos postergar, ya que amenazan la vida en el planeta. 
Por lo que no podemos obviar las ocurrencias de fenómenos meteorológicos cambiantes e inesperados, el nivel de los mares y océanos están aumentando, generando así, inundaciones catastróficas, periodos de sequías prolongados, el agua dulce está escaseando por la desaparición provocada de ríos y manantiales, lo cual pone en alto riesgo o en jaque mate la producción de alimentos. De ahí es que, si no asumimos compromisos y acciones reales en los actuales momentos, es muy elemental y determinante que en el futuro próximo tendremos en el mundo, consecuencias de impredecibles resultados.
Debido a todo lo anterior es, que la naturaleza solo espera de ti: un cambio de mentalidad que genere plena conciencia de que el buen vivir está estrechamente vinculado a la conservación y protección de todo lo creado.
Espera de ti que le extienda una ramita de paz al planeta, para que detengamos esta guerra sin sentido, que nos lleva al abismo de destruir nuestra propia existencia.
Espera de ti un beso de amor en la agrietada frente de la tierra, que sirva de bálsamo sanador ante las heridas doloras que se le ha causado. 
Espera de ti oídos abiertos para que escuchen con atención los gritos de desesperación que emanan del corazón terrenal. 
Espera de ti una lágrima que caiga en los ríos que mueren de sed por la cruel degradación constante a que han sido sometidos.
Espera de ti una gota de sudor que brote de tu frente, por el esfuerzo de sembrar un árbol en las lomas y llanuras sin cabellera verde, fruto de esa deforestación salvaje y sin juicio. 
Espera de ti un detenerse cuando se asoman impulsos de lanzar basuras en lugares inadecuados, poniendo a gritar de dolor el vientre de los mares, océanos, cañadas y ríos por los tantos plásticos que reciben.
Espera de ti un suspiro por la vida de tantos animales amenazados por desaparecer de la faz de la tierra, debido a un exterminio sin respeto a la creación.
Espera de ti poner en práctica el ahorro del agua, ya que en cada gota que se desperdicia, se nos drena la vida que corre por nuestras venas.
Espera de ti el que te conviertas en un mediador ambiental, que procure un abordaje pacifico de los conflictos entre las diferentes actividades económicas del ser humano y el medio ambiente, a través del dialogo, la participación y el respeto por las normas.
En fin espera de ti un compromiso responsable y confiable por tu medio ambiente y recursos naturales. Haz feliz a la tierra y ella te hará feliz. 

Ángel Gomera