martes, 21 de marzo de 2017

Una primavera por la paz

Una primavera por la Paz

La primavera es un buen tiempo, que recibe al año con gran esplendor de vida y belleza, en donde se conjugan sentimientos y emociones inspirados en una naturaleza que expresa con colores y alegrías su pincelada celestial. Es decir, pone al descubierto el alma bella de la creación, recreando y galanteándonos con espectáculos impactantes, exuberantes y diversos, cada uno con su toque especial y de magia sin trucos.

Todo esto lo podemos observar en el verdor reluciente de los pastizales y de los árboles que sonríen con oxígenos de esperanza; en el florecimiento perfecto de las flores que exhiben sus vestiduras de multicolores y aromas ; en el revolotear romántico de las mariposas que caen rendidas de amor ante la picardía del polen de una dulce flor; en las copiosas lluvias que se hacen más abundantes y provechosas; en  las aves que salen de compras por plumajes nuevos y vistosos al último grito de la moda; en los animales que se dejan ver con sus crías y en aquellos que despiertan luego de un tiempo de hibernación.

La primavera es vitalidad y luz, es un decirle ¨hasta aquí¨ a los días grises y fríos del invierno. Es  aplaudir cada mañana la salida de un sol que despierta más temprano en la aurora de la vida. Por lo que esta estación nos ofrece la oportunidad del cambio y de un relanzarse a conquistar aquellas luces que han de alumbrar el caminar. Este punto es importante tomarlo en consideración, y es que siempre vale la pena detenerse a rectificar, no dejando que lo inestable de las emociones nos conduzca a lugares oscuros y a comportamientos que provocan aridez en nuestras vidas y en las de los demás. Porque así como en esta época vemos o hablamos de tantas maravillas, también observamos el despertar de aquellas emociones o pasiones que tienden a llevarnos a ciertos desordenes y posturas agresivas, violentas e irritables,  que causan perjuicios lamentables en el tejido social.

Ese actuar con baja o escasa inteligencia emocional, deviene en resultados reactivos y explosivos, donde no se mide el nivel de consecuencias, es lo que se denomina como el síndrome de la ¨mecha corta¨. Nuestra sociedad está viviendo ese flagelo con metástasis en la familia, en el matrimonio, escuela, en el tránsito, en los condominios o vecindad, en los jóvenes, en todo el orden social; por lo que requerimos declarar y trabajar una primavera por la paz.

Una primavera por la paz, consiste en aprovechar esta época para fortalecer la conciencia ciudadana de que todos pertenecemos a la gran y única familia de la humanidad,  por lo que precisamos disponernos a romper los muros de la indiferencia y del individualismo. Para eso cada uno de manera particular debe asumir su compromiso de contribuir a derribar esas barreras que nos dividen, y que crean tantos eventos conflictivos y de violencia. Ese reconocimiento sincero alimentara con tus actos la convivencia pacífica que anhelamos como sociedad.

Una primavera por la paz, es colocar en vez de la violencia y el mal vivir, la promoción y los fundamentos de una cultura de paz, el dialogo, el respeto, la tolerancia o la capacidad de soportar las controversias y diferencias. También es la búsqueda del perdón y la reconciliación más allá de los prejuicios, las exigencias previas y el orgullo.

 Es necesario llegar a la urgente conclusión personal de que ya basta de ser, o tornarnos  en amenazas a la paz. Si no alimentamos la paz interior en nada contribuiremos a la paz social, porque nadie puede dar de lo que no tiene. Por eso el sentido de responsabilidad colectiva llama y nos invita a la apertura, al cuidado y al amor entre unos y otros. Las generaciones venideras esperan por nuestro sentido de historia, aprovechemos el buen vivir y dejemos como legado para una eterna primavera: La Paz.


Lic. Ángel Gomera

lunes, 13 de marzo de 2017

Mostró ante mi su gloria

Mostró ante mi su gloria
Mateo 17, 1-9

El ser humano libra en su interior un fuerte combate espiritual entre el bien y el mal,  alimentado en muchas ocasiones por fenómenos o luces fantasiosas del exterior, que inducen a vivir una existencia superficial y sin contenido. Si asumimos esta actitud colocamos nuestra vida al borde de un acantilado peligroso,  que nos pone en riesgo de sucumbir ante el abismo oscuro y sombrío del relativismo, en donde solo existe confusiones, llantos, desconsuelos, frustraciones, miedos y vacíos; haciéndonos perder el horizonte de la esperanza y del valor de la dignidad que Dios nos ha provisto. Es que fruto de esa rutina diaria, mecánica y sin profundidad, tendemos a ser muy flexibles y dispuestos a las tentaciones y seducciones del maligno; proceder este, que tiende a hacer pedazos todo tu metro cuadrado: familia, matrimonio, trabajo, empresa, amistades y hasta la vida misma.
De ahí pues, que este evangelio de manera impresionante y hermosa, nos revive de manera personal el momento en que Jesus nos hizo el llamado, es decir, nos escogió por nuestro nombre y apellido, para que vivamos esta espectacular y esperanzadora aventura del verdadero amor que nos lleva a la felicidad y a una vida plena; del mismo modo que lo hizo con Pedro, Santiago y Juan.
Apreciar este pasaje bíblico me hizo rememorar que Cristo, el Hermano Mayor, al igual que esos discípulos, me tomo por la mano con tierna delicadeza y me aparto del mundo, llevándome al monte más alto del cursillo de cristiandad a vivir un dichoso y afortunado fin de semana, que impacto de manera favorable en mi corazón, ya que El mostró ante mis ojos su gloria, transfigurando mi ser y dándome la oportunidad de sumergirme en el manantial de su gracia.
Tuve el privilegio de contemplar su rostro misericordioso en el Santísimo, en donde me susurro en aquel divino silencio, no tener miedo ante los tantos desafíos, sufrimientos y desiertos, ya que nunca me dejara solo y en El siempre habrá victoria. Por lo que de inmediato me alentó a levantar el vuelo con firmeza y alegría en el cielo amplio y azul de la vida con entrega, ilusión y espíritu de caridad. Claro está, sin abandonar la oración, como herramienta vital para perseverar en el camino de la fe. Amigos (as), el apartarnos, orar y escuchar nos permite conocer y amar con intensidad a Dios. 

Angel Gomera

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