miércoles, 26 de febrero de 2025

Áreas protegidas desprotegidas



 Áreas protegidas desprotegidas

 

La República Dominicana cuenta con una superficie aproximadamente del 25.7% de su territorio nacional por áreas protegidas, lo que incluye un total de unas 131 unidades de conservación. Además, contiene una superficie marina protegida equivalente al 10.8 % de las aguas marinas dominicanas (Ley 66-07 que declara la República Dominicana como Estado Archipelágico).

Pero, esta cobertura de áreas naturales protegidas experimenta de manera constante amenazas múltiples y agresiones severas que pone en tela de juicio si realmente estos espacios gozan de la real protección efectiva que como Estado se debe garantizar.

Huelga reconocer que el Estado dominicano tiene la intención y ha habido esfuerzos en procurar la salvaguarda de dichos ecosistemas naturales; pero lamentablemente la ignorancia consciente e inconsciente, la ambición desproporcionada, la tentación a enriquecerse a costa de esos tesoros naturales y la falta de cierta voluntad que garantice la calidad de estas áreas; ha generado vulnerabilidades preocupantes en cuanto a la conservación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP).

Lo antes expresado, se puede evidenciar por el rosario de denuncias sucesivas de violaciones a la Ley sectorial de Áreas Protegidas 202 –04 y otras disposiciones legales vigentes, por actores sociales y comunitarios en diferentes puntos del país.

Solo basta detenerse a escuchar y ver, los daños lamentables que se le está ocasionando al Monumento Natural Reserva Antropológica Cuevas de Borbón o del Pomier; la cual a pesar de constituir un área protegida que comprende un conjunto de 57 cuevas más un manantial, se ha venido agrediendo con síntomas progresivos de destrucción, no obstante ser un patrimonio con un alto valor histórico, hídrico, geológico, arqueológico y turístico.

Observar como el Cinturón Verde del Gran Santo Domingo, el cual fue creado mediante el Decreto No. 183-93 en el año 1993, está siendo impactado y disminuido peligrosamente por el asentamiento urbano en toda su periferia, fruto de invasiones sin control, generando arrabalización, altos niveles de contaminación, aguas residuales y desechos sólidos a gran escala que desembocan en los ríos Ozama, Isabela y Haina.

Ríos estos, cuyas aguas vestidas de marrón transitan en quietud de cortejo fúnebre, no gozan ni en un instante del privilegio natural de vivir y dar vida en paz; el gran desafío en cada diana y crepúsculo es poder sobrevivir a tanta inmundicia que se les vierte sin piedad a diestra y siniestra; sus bosques ribereños perdieron la cabellera de la esperanza, ante tanta contaminación les impide saciar de su propio cauce la sed que llevan por dentro, y esperan que alguien con voluntad algún día les proteja de veras, antes de que sea tarde.

Hay que aguzar los sentidos y no ser indiferentes, ante los gemidos dolorosos de los Humedales del Ozama, el cual se está secando de tanto llorar sin encontrar quien le consuele; del Parque de los Haitises, quien pide auxilio desesperado de no más deforestación, incendios forestales intencionados, de conuquismo y ganadería; de no más depredación feroz y tortuosa en su seno maternal.

Ni tampoco dejar de mirar, al Monumento Natural Dunas de Las Calderas, conocido popularmente como Las Dunas de Baní, cuyo hábitat vive de tensión en tensión, por acciones depredatorias que las están poniendo en el camino de la extinción debido a la tala y quema dañosa de especies arbóreas endémicas. Asimismo, se ha llegado al colmo de los colmos de pretender extraer sus arenas, para que deje ser un pequeño desierto en el Caribe.

Estos pequeños ejemplos de transgresiones de los tantos hechos que ocurren contra en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, imponen de una respuesta estatal contundente e integral. Para tales fines, entendemos que se hace necesario fortalecer los controles sobre las áreas protegidas, destinar mayor presupuesto para su sostenibilidad y conservaciónrobustecer con penas y sanciones drásticas contra quienes invadan espacios verdes, áreas protegidas o destruyan ecosistemas naturales vulnerables. En ese sentido se requiere de un mayor fortalecimiento de la justicia penal ambiental.

Que la protección de estas áreas constituya de manera efectiva una prioridad de seguridad nacional; poner en marcha un plan de restauración de las cuencas medias y altas, con mayor atención de aquellas que están seriamente afectadas. Hacer uso de la tecnología para monitoreo y fiscalización ambiental en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas; más educación ambiental a la ciudadanía, entre otras medidas a emprender.

 

ANGEL GOMERA 

Abogado

Santo Domingo de Guzmán

angelgomera@gmail.com

Despierta la verdadera Navidad

 


Despierta la verdadera Navidad.

Muchas veces se vive sin estar vivo, siendo distinto de su propia humanidad; donde cada paso genera desarmonía entre la aurora y el crepúsculo; rompiendo sueños sin presente; contradiciendo el bien por diversión y sin medir las consecuencias; en ese caminar se exalta lo inhumano tratando de encontrar justificación a esa pobreza existencial que emana de un alma errante que languidece en el desierto huyendo para no encontrar un oasis.

Ese ser llamado a forjar una sociedad maravillosa y perfecta se hace extraño y rebelde hacia la consecución de tan anhelado mundo; al parecer saboreando con sumo placer el desdén hacia lo humano, creando tensiones con el equilibrio y el buen vivir; y dando cabida a que las sombras reinen y ahoguen el aire que se respira. Aquí se teme explorar las dimensiones de su propia conciencia, como si se evitara traer luz a esas facetas o actitudes que necesitan ser iluminadas.

En esa llamada “sociedad” el dolor atrae el morbo de la indiferencia y de lo insensible; y para el colmo en esta época moderna esa apatía se alimenta de un dispositivo tecnológico, donde se está cerca pero lejos, que no se deja espacio para la escucha, ni vernos los rostros, ni prestar atención a la sonrisa que emana en una noche de soledad, ni siquiera sacar un breve espacio para transmitir unas palabras de aliento que se cuelen y den calor en un día helado de invierno. A propósito de lo planteado, se puede aprovechar en esta cena de Nochebuena, a que se comparta sin aparatos de celulares y se dialogue en familia.

Asimismo, se habla tanto de sueños de libertad, pero nos hacemos esclavos de las cosas, sin darle el verdadero sentido a la existencia que tarde o temprano se marcha de manera inesperada en cualquier estación del año, sin dar ninguna explicación; quedando de ti solo el legado de lo que viviste, si acaso; o el deseo de olvidarte por las huellas que no dejaste.

Entender que la vida pasa, el tiempo vuela y la libertad debe ser ese componente que conduzca hacia la felicidad y el amor, no hacia el aniquilamiento propio, ni a vivir dentro de esa esclavitud libre obviando sin límites hasta dónde llegar para no afectar al otro. Ser libres no debe ser un pretexto para darle cabida a la pérdida de la autenticidad, ni desdoblar la intimidad de tu propia naturaleza digna, por la búsqueda afanosa de los ¨views¨ o vistas, que en ningún momento surtirán el efecto de llenar los vacíos de la existencia.

Se estimula a la violencia y la guerra como subterfugio de construir una paz que nunca se quiere, en donde aquellos que la incitan no son lo que contienden, más bien sacrifican a otros por sus intereses inescrutables como si la vida no vale nada.

Se está ante una conflagración cotidiana sin descanso; entre el fuerte y el débil, lucha la honestidad contra la opulencia con atajos, combate la veracidad contra la posverdad, la ficción y las pantallas contra la realidad y el deber ser, la inmediatez y lo fácil contra el debido proceso, las oscuridades quieren engañar a la luz en las complejidades del corazón; la capacidad de asombro y la sensibilidad social disputan por no perder terreno ante la deshumanización y el individualismo y la virtud combate para dejarse ganar terreno ante la normalización del vicio y la corrupción.

En definitiva, se vive ante un constante combate, en donde todo lo expresado con anterioridad no significa que perdimos la batalla, no es la intención en este escrito quedarnos ante lo sombrío, sino más bien, despertar la navidad de la esperanza en ti, y hacer de este hermoso período un peregrinar a través de los laberintos de la casa interior, donde cada expresión constituya una revelación que se proyecte el resto de tu existencia.

Donde surja una pregunta contundente que cuestione, que haga recordar lo que se ignora y que nos saque de la zona de confort hacia un firme compromiso de cambio; y en donde aprovechemos este tiempo para que sea una reflexión que nos de certeza sobre nuestro propio ser y nos habilite a ser cirios encendidos para la construcción de un mundo mejor, más humano, cercano, compasivo, de paz, solidaridad y amor. Lo dicho no es mera utopía, es una verdadera Feliz Navidad.

 

ANGEL GOMERA

Abogado

Santo Domingo de Guzmán

angelgomera@gmail.com