República Dominicana, religión y
cultura de paz
Conscientes
de que la cultura de paz, no es un concepto abstracto o irrealizable; que es la
opción de vivir procurando relaciones amistosas con los demás; que es una
filosofía de vida posible en la medida que cada uno de nosotros esté dispuesto
a mostrar su humanidad y compartirla con los otros.
En
ese orden, la religión ha constituido en la República Dominicana, una
importante fuerza propulsora de una cultura de paz. Esto lo acentuamos, por las
numerosas iniciativas, en las cuales actores, motivados religiosamente, se
comprometen e involucran en diversos conflictos de diferentes índoles, buscando
y promoviendo una solución pacífica, alcanzando en no pocos casos, notables
éxitos.
Dado
lo anterior, procedo a reflexionar acerca del rol de la religión en la
consolidación de la paz, ajustándose al contexto dominicano, en tres enfoques:
A) Estilo
o filosofía de vida
Desde
la religión, se ha venido planteando que la paz como filosofía de vida está
implícita en la forma de ser del hombre. Y que la paz no llega sola, se debe
creer en ella desde las profundas llanuras fértiles del corazón. Dicho en
palabras de Pablo VI: ¨la paz comienza en el interior de los corazones¨.
Por
lo tanto, no es una utilidad artificial de una sociedad artificial. Debe ser un
propósito real, fecundo y profundo que se viva desde adentro hacia afuera, y
que se cultive cada día desde el ejemplo de vida.
Como
contribución a la paz, la religión en la República Dominicana juega un papel
preponderante en la cohesión social. La misma contempla la esencia del ser
humano como un valor absoluto (la condición de creatura, procedente de Dios);
que a la vez que nos abre al misterio, nos hace comprender y valorar el
carácter sagrado y supremo que tiene el respeto a la vida humana.
En
ese sentido, está jugando su rol en la sociedad de contribuir a una sociedad
justa y de paz, a través de diversos procesos y acciones sociales, desde la
visión del respeto y defensa de la dignidad humana.
Por
lo que resulta ser muy esperanzador, observar el involucramiento de las
diferentes denominaciones religiosas en promover una cultura de paz, a través
de la educación; a pesar de los retos y desafíos que está generado esta
amenazante cultura de la violencia.
Es
que para ganar la paz hay que educar para la paz; esto va en consonancia con lo
que se refirió Johan Galtung, cuando dijo que: “Educar para la paz, es enseñar
a la gente a encararse de manera más creativa, menos violenta, a las
situaciones de conflictos y darle los medios para hacerlo”.
B) Su
papel en la Resolución alternativa de conflictos, asumiendo como método la
mediación a través de la herramienta del diálogo para la concertación social en
la República Dominicana.
Uno
de los roles esenciales y prácticamente determinantes de la religión, en la
República Dominicana, ha sido su misión de la mediación y la concertación
social.
Pudiera
referirse a cualquier otra denominación religiosa, pero a modo de ejemplo, me
referiré a la Iglesia Católica, la cual ha sido la más preponderante en dicha
dinámica. Esta, a pesar de circunstancias complejas y difíciles ha pasado a ser
un elemento de armonía, reencuentro, una mediadora en conflictos, tanto
sociales como políticos.
Como
punto de inicio para describir su rol, podemos partir como referencia la Era
Colonial, precisamente en el último Domingo de Adviento de diciembre de 1511,
con el Sermón de Fray Antonio de Montesinos, considerada la primera reclamación
en lucha por los derechos de gentes en América.
En
los años ochenta, la transición a la democracia y la transformación
socioeconómica, proporcionaron el marco oportuno e histórico a los líderes
religiosos como mediadores políticos por excelencia en la República Dominicana,
a instancia de la sociedad.
Cabe
identificar su rol en el año 1985, cuando promovió el Diálogo Tripartito (entre
el gobierno, empleadores y trabajadores) que hizo posible el nuevo Código de
Trabajo, promulgado en 1992 y que puso fin a una situación de conflictos complicados
y permanentes entre trabajadores y empleadores. Estos diálogos coadyuvaron a
una paralización y disminución de huelgas laborales en el país.
Asimismo,
haber participado y promovido iniciativas como el Pacto de Solidaridad
Económica de 1990, el Acuerdo de la Comisión de Educación que puso fin a una
huelga de maestros y representó importantes conquistas para el Magisterio
Nacional en 1991.
También
la Agenda Nacional concertada entre la sociedad civil y los partidos políticos
en 1993, en donde se acordó en ese momento histórico, mejorar, por ejemplos: El
escaso desarrollo de una cultura democrática, la disfuncionalidad de la
justicia, poder municipal diluido y erosionado, la poca capacidad de reacción
de la sociedad ante los problemas, el afianzamiento de los mecanismos de
participación ciudadana.
De
igual manera, su aportación en el Acuerdo por una Campaña Electoral en un Clima
de Paz, el Pacto de Civilidad y el Pacto por la Democracia en 1994, que
posibilitó la superación de una crisis política que mantenía al país al borde
de la ingobernabilidad y de caer en un vacío institucional.
Resaltar
en este punto que los partidos políticos y el gobierno acordaron invitar a
otras instituciones religiosas nacionales, como, por ejemplo: la Confraternidad
Evangélica Dominicana (CONEDO) y el Consejo de Unidad Evangélica (CODUE).
Otros
logros de la concertación social son las reformas al sistema electoral en 1992;
los códigos arancelarios y tributarios en 1992; y el acuerdo entre los partidos
políticos mayoritarios para superar una crisis política alrededor de la Junta
Central Electoral en marzo de 1999.
Importante
destacar, que tanto en los períodos de los gobiernos que van desde el 1996 al
2004, fueron invitados también líderes de distintas denominaciones religiosas a
participar en mediaciones políticas.
Asimismo,
cuando se realizó el Diálogo Nacional (El 19 de noviembre de 1997 mediante el
decreto 489/97 se crea y conforma la Comisión Organizadora del Diálogo
Nacional), se invitaron a todos los líderes de diferentes denominaciones
religiosas a participar en el mismo. También, se involucraron activamente en
los debates que condujeron a la reforma de la Constitución.
Resaltar
como punto luminoso que la participación de representaciones de distintas
denominaciones religiosas en la mediación política, desde mi óptica y análisis,
ha sido muy fructífera.
C) Como
generadoras de planes, programas, políticas públicas para la transformación de
la realidad y la construcción de la paz.
Para
la efectiva construcción de la paz, es necesario colmarla de contenidos y esto
conlleva movilización social, cambios institucionales, pluralismo y educación,
instituciones incluyentes, comunicación efectiva y no violenta, inversión
social, voluntad política de transformación social; y todo esto lo podemos
alcanzar con el diseño y aplicación de políticas públicas transversales y
efectivas.
Las
denominaciones religiosas en el país, en diferentes momentos contemporáneos,
sin pretender sustituir el Estado, han levantado sus voces; a fin de que el
Estado enfoque esfuerzos y atención a problemas o situaciones que requieren
soluciones como, por ejemplo:
La
indiferencia e insensibilidad ante el rostro amargo e inhumano de la pobreza,
la desigualdad social, la descomposición familiar, las enfermedades, la
degradación del medio ambiente y los recursos naturales, la corrupción, la
criminalidad, el racismo, la prostitución, el narcotráfico, la explotación del
ser humano, el desempleo, entre otras crudas realidades.
Los
medios de los que se han valido, es a través, de cartas pastorales, de parte de
la Conferencia del Episcopado Dominicano, (como expresión institucional
utilizada para iluminar y explicitar algún acontecimiento significativo); o
evento como La Batalla de la Fe; o a través de prédicas, homilías, el sermón de
las 7 palabras, pronunciamientos públicos, reuniones gubernamentales, entre
otras vías utilizadas.
Esta
mirada de cuidado y responsabilidad colectiva sobre el bien común se le ha
denominado como "justicia social", en el doble sentido de dar a cada
uno lo que le es debido en justicia, como también, velar para que el vínculo de
sociabilidad entre las personas sea en sí mismo justo y digno de ellas.
Ahora
bien, estas religiones, no se han concentrado meramente en tan solo demandar;
las mismas a su vez, se han involucrado en llevar acciones, programas e
iniciativas sociales diversas a la humanidad necesitada; haciéndose presentes
en la sociedad, con sus integrantes y en sus estructuras, para orientar y
promover el bienestar y el desarrollo integral del hombre.
ÁNGEL GOMERA