Carta a Rosangelis Maria por su Primera Comunión
Un 28 de octubre, el Todopoderoso nos concedió la dicha, la fortuna y el gozo de ser padres por tercera ocasión; trajo consigo una princesa, una niña inteligente, amorosa, encantadora y obediente: Rosangelis Maria, tu presencia nos sumerge en el dulce edén de la felicidad. Cada día, tu presencia nos induce a celebrar el sentido de la vida, ya que tú nos llena y engrosa de riqueza infinita las bóvedas de nuestras almas.
Hemos de expresarte que cada día disfrutamos ver y vivir tu crecimiento físico y espiritual, en donde tu siendo una de las protagonistas con principalía en esta película tan hermosa de la vida, nos llenas como papás de una actuación tan fascinante que nos hace emitir suspiros de júbilo. De ahí es pues, que somos bienaventurados al deleitarnos con cada etapa de tu existir, constituyendo la misma, trayectos de esperanza que nos cautiva en lo más sublime de una paternidad y maternidad que fruto del amor de Dios estamos disfrutando inmensamente.
Todavía rememoramos en nuestros corazones el eco de tus primeras palabras las cuales nos llenaron de una emoción indescriptible. Ver con disfrute mayúsculo tus primeros pasitos tambaleantes y decididos a transitar con gallardía el inicio de una carrera cargada de muchos desafíos, pero sobre todo de un bello porvenir.
Aún nos pasan imágenes con colores perfectos de aquella primera sonrisa que iluminó todo nuestro ser como si fuese un rayo de sol. Tus ruidos constituyen la más esplendorosa y afinada sinfonía para nuestros oídos, porque un momento de quietud es sinónimo de “donde esta”, “que está haciendo” y “me hace falta”.
Es maravilloso recordar que ambos (mami y papi) nos convertíamos en espectadores felices de aquel espectáculo de amor donde cada sorbo de leche maternal surtía el doble efecto de alimentarte a ti y alimentar nuestras almas. Cuánto sufrimos tus caídas por más leves que fueran, sintiendo en cada una de ellas sobrecargas de angustias que aguijoneaban con tanta intensidad nuestros corazones protectores. Disfrutamos a plenitud cuando te escuchamos cantar en la ducha, envolviendo toda la casa en un ambiente de coro celestial. También cuando bailas, en donde tu ingenuidad se conjuga con la gracia angelical de tus bellos movimientos, haciendo de ese instante una fotografía de admiración eterna. Tus conversaciones son música y poesía para nuestros oídos; ya que en cada una de ellas le colocas el sello del entusiasmo con toques poderoso de sabiduría e inteligencia.
Observar el sentido de la responsabilidad que muestras en las tareas asignadas es premio de satisfacción que nos derrite; y la seguridad que imprimes al hacer tus planteamientos es señal del clima de confianza que se afianza en el hogar. Y cómo no admirar la constelación de valores que te adornan además de los antes mencionados: tu dinamismo, lealtad, honestidad y compromiso, coronitas de estrellas que brillan con luz propia en tan noble pedacito de cielo que premia nuestras vidas.
Evocamos aquel dulce momento de tu bautismo donde iniciaste la vida cristiana siendo tan pequeña, recibiendo el signo del agua que inscribió tu nombre en el Libro del Cielo y la luz del cirio que alumbra tu caminar por siempre. Ahora nos toca vivir otro gran acontecimiento tan significativo para ti y nosotros: TU PRIMERA COMUNIÓN, día este que debes fijarlo en tu memoria; renovarlo cada día con tu testimonio de vida y celebrarlo sin interrupciones con gozo y ánimo de fiesta, ya que estarás recibiendo a Jesús, aquel que por amor infinito entregó su vida en una cruz para salvarnos, dejándonos su cuerpo y sangre, como comida y bebida de salvación.
¡Es por eso que hoy, los mares traen consigo olas de alegría! ¡La lluvia baila un merengue típico con el arco iris! ¡El sol comparte con sus amigos helados de fresa! ¡Las estrellas del firmamento se visten de payasos con sonrisas de esperanza! ¡Las montañas disfrutan del algodón dulce con las llanuras! ¡La luna se deja pintar carita feliz en su rostro! ¡Y los ríos comen palomitas de maíz con los manantiales!
Rosangelis Maria, eres muy joven y sabemos que muchas cosas no las comprendes, pero es importante que sepas también que te queda mucho por recorrer y vivir; ahora bien, dentro de ese ejercicio de libertad que Dios te ha concedido, nunca permitas que la semilla de Jesús deje de germinar en tu corazón y produzca los frutos requeridos.
Es importante advertirte que, al escoger este camino, tendrás que enfrentar obstáculos que se empeñarán en querer confundirte y hacer desfallecer tu fe; por lo que te exhortamos orar sin cesar en todo momento, apelando a ese Hermano Mayor que nunca te abandonará y que siempre está dispuesto a escucharte en tus soledades, dificultades, enfermedades, tristezas, necesidades, etc. Asimismo, recurre a celebrar con Él, con alma agradecida: tus alegrías, logros, salud, éxitos, prosperidad y todas las bendiciones que lleguen a tu existir.
Amada hija, la impresión que sentimos nos hace expresar tantos sentimientos que hasta nos quedamos cortos en estas líneas que con tanto amor hemos dedicado para ti, pero debemos concluir venciendo el deseo irresistible de seguir escribiendo, gritando a todo pulmón del alma que te amamos tanto y tanto que hasta los poros palpitan en ayuda a nuestros corazones jubilosos. Te amamos más allá del amor que cabe en el universo.
¡Bendita seas por siempre pedacito de nuestro ser! ¡Gracias Dios por premiarnos con este regalo tan soberano! ¡Gracias por concedernos la rosa más esplendorosa, inigualable y especial de la vía láctea! ¡Felicidades Rosangelis Maria por tu Primera Comunión! Que Dios santifique tu vida hoy, mañana y siempre.
¡¡¡Te Amamos!!!
Ángel y Rosalis
Tus Padres