Mediación Comunitaria y
la convivencia social
Una sociedad tranquila, armoniosa, con sentido
de pertenencia en donde prevalezca el bienestar y la paz es el anhelo de todo
ser humano.
En República Dominicana solo podremos lograrlo
en la medida que seamos capaces de unir voluntades, recursos y virtudes en la
dirección correcta, aportando cada quien la cuota que nos corresponde.
Es en ese orden, que como Estado debemos aunar
esfuerzos en promover la democratización de la mediación en el ambiente
comunitario como acción de prevención y resolución pacífica de los conflictos;
ya que su puesta en práctica incide de manera positiva en disminuir los niveles
de conflictividad social.
Y es que resultan alarmantes las situaciones de
conflictos y controversias originadas como resultado de la convivencia e
interacción cotidiana entre los ciudadanos por cuestiones muy simples, pero que
en muchas ocasiones degeneran en actos violentos y trágicos, como por ejemplo
podemos identificar: que se han perdido vidas por un parqueo en condominios y
barrios; por mal manejo de la basura entre vecinos, se agreden física y
verbalmente; discusiones agrias y enemistades por la tenencia descuidada de
animales en el residencial o vecindad; relaciones rotas entre adultos por
simples pleitos de niños; por el volumen
de música alta u otros ruidos, ocurren situaciones lamentables y hasta divirtiéndose
se dan riñas que infringen la buena convivencia.
Fruto de lo anterior podemos apreciar que
tenemos vecinos:
Que se ven, pero no se encuentran
(Indiferencia).
Se hablan, pero no se escuchan (Imposición de
la razón).
Se escuchan, pero no se comprenden (Intolerancia).
Se saludan, pero con la ¨musiquita¨ por dentro
(Resentimiento).
Viven en la vecindad, sin ser comunidad. (Mal
vivir).
Todo lo descrito puede ser abordado mediante el
diseño, implementación y monitoreo de políticas públicas, destina a incorporar
mecanismos alternos de resolución de conflictos, y ahí especialmente juega un
papel oportuno y fundamental la mediación
comunitaria, ya que la misma proporciona el surgimiento de nuevas conductas que
fortalecen la convivencia social, dado el hecho que las personas participan en
la gestión y resolución de sus controversias o disputas, contribuyendo asi, a
la generación de una ciudadanía responsable y más comprometida.
Es que debemos entender que la mayoría de esos
conflictos vecinales, que en lo general nos son de naturaleza penal, obedece a
temas emocionales tipo ¨mecha corta¨ y comunicacionales que
ponen barreras y dificultan las sanas relaciones entre las personas, que al no
tener una debida orientación desembocan en tragedias o hechos lamentables que
son prevenibles.
De ahí es pues, que nuestra misión como Estado es
la de proporcionar soluciones institucionales a las partes en conflictos para
alcanzar una vida en armonía en el contexto social, evitando a cada quien,
tomar acciones para hacerse justicia por su propio medio o la venganza privada.
El reto y la prioridad deben consistir en dar
respuesta efectiva y participación a las comunidades con sus diferentes expresiones
organizadas. Esto favorece a la construcción de un ambiente idóneo para la transformación
de los conflictos como respuesta o alternativa a la violencia en sus diversas
manifestaciones, logrando así, el fortalecimiento de una cultura del dialogo y
el entendimiento en la vecindad.
Somos de opinión que es tiempo de derribar
muros y construir puentes entre unos y otros, a través del respeto, el amor, la
solidaridad, la tolerancia, el perdón y el sentido del buen vivir como seres
humanos que somos.
La paz no es ausencia de conflictos, es la
capacidad para manejar conflictos por medios pacíficos. (Ronald Reagan).
Ángel Gomera