Carta a Ángel David por su Primera Comunión
Un 7 de diciembre, el Todopoderoso nos concedió la dicha, la
fortuna y el gozo de ser padres por segunda ocasión; trajo consigo un ángel, un
niño inteligente, amoroso, encantador y obediente: Ángel David. Tu presencia nos sumerge en el dulce edén de la
felicidad.
Decirte
que cada día disfrutamos ver y vivir tu crecimiento físico y espiritual, en
donde tu siendo uno de los protagonistas con principalía en esta película
tan hermosa de la vida, nos llenas como papas de una actuación tan fascinante
que nos hace emitir suspiros de jubilo. De ahí es pues,
que somos bienaventurados al deleitarnos con cada etapa de tu existir,
constituyendo la misma, trayectos de esperanza que nos cautiva en lo más
sublime de una paternidad y maternidad que fruto del amor de Dios estamos
disfrutando inmensamente.
Todavía rememoramos en nuestros corazones el eco de tus primeras palabras las
cuales nos llenaron de una emoción indescriptible! ¡Ver con disfrute mayúsculo
tus primeros pasitos tambaleantes y decididos a transitar con gallardía el
inicio de una carrera cargada de muchos desafíos pero sobre todo de un bello
porvenir! ¡Aun nos pasan imágenes con colores perfectos de aquella primera
sonrisa que ilumino todo nuestro ser cuan si fuese un rayo de sol! ¡Recordar
aquellos gritos cuando papi y mami se disponían a bailar, hasta que un día con
un ritual cargado de ternura e ingenuidad, uniste nuestras manos para que bailáramos
con tu delicada aprobación! ¡Tus ruidos constituyen la más esplendorosa y
afinada sinfonía para nuestros oídos, porque un momento de quietud es sinónimo
de “donde esta”, “que está haciendo” y “me hace falta”! ¡Es maravilloso
recordar que ambos (mami y papi) nos convertíamos en espectadores felices de
aquel espectáculo de amor donde cada sorbo de leche maternal surtía el doble
efecto de alimentarte a ti y alimentar nuestras almas! ¡Cuánto sufrimos tus
caídas por más leves que fueran, sintiendo en cada una de ellas sobrecargas de
angustias que aguijoneaban con tanta intensidad un corazón protector! ¡Evocamos
aquel dulce momento de tu bautismo donde iniciaste la vida cristiana siendo tan
pequeño, recibiendo el signo del agua que inscribió tu nombre en el Libro del
Cielo y la luz del cirio que alumbra tu caminar por siempre! Ahora nos
toca vivir otro gran acontecimiento tan significativo para ti y nosotros: TU
PRIMERA COMUNIÓN, día este que debes fijarlo en tu memoria; renovarlo cada
día con tu testimonio de vida y celebrarlo sin interrupciones con gozo y animo
de fiesta, ya que estarás recibiendo a Jesús, aquel que por amor infinito
entrego su vida en una cruz para salvarnos, dejándonos su cuerpo y sangre, como
comida y bebida de salvación. ¡Es por
eso que hoy, los mares traen consigo olas de alegría! ¡La lluvia baila un
merengue típico con el arco iris! ¡El sol comparte con sus amigos helados de
fresa! ¡Las estrellas del firmamento se visten de payasos con sonrisas de
esperanza! ¡Las montañas disfrutan algodón dulce con las llanuras! ¡La luna se
deja pintar carita feliz en su rostro! ¡Y los ríos comen palomitas de
maíz con los manantiales!
Ángel David, eres muy joven y
sabemos que muchas cosas no las comprendes, pero es importante que sepas
también que te queda mucho por recorrer y vivir; ahora bien dentro de ese
ejercicio de libertad que Dios te ha concedido, nunca permitas que la semilla
de Jesús deje de germinar en tu corazón y produzca los frutos requeridos.
Es importante señalar que al escoger este camino, tendrás que enfrentar
obstáculos que se empeñaran en querer confundirte y hacer desfallecer tu fe;
por lo que te exhortamos orar sin cesar en todo momento, apelando a ese Hermano
Mayor que nunca te abandonara y que siempre está dispuesto a escucharte en tus
soledades, dificultades, enfermedades, tristezas, necesidades, etc.; asimismo
recurre a celebrar con El tus alegrías, logros, salud, éxitos, prosperidad y
todas las bendiciones que lleguen a tu existir.
Hijo, la impresión que sentimos nos hace expresar tantos sentimientos que hasta
nos quedamos cortos en estas líneas que con tanto amor hemos dedicado para ti,
pero debemos concluir venciendo el deseo irresistible de seguir escribiendo,
gritando a todo pulmón del alma que te amamos tanto y
tanto que hasta los poros palpitan en ayuda a nuestros corazones jubilosos! ¡Bendito
seas por siempre pedacito de nuestro ser! ¡Gracias Dios por premiarnos con este regalo
tan soberano! ¡Felicidades Angel David
por tu Primera Comunión!
Ángel y Rosalis